Un soporte obsoleto como el blog, navega en la indiferencia de los navegantes. Porque las redes lo han superado infinitamente, porque la velocidad de los tiempos no llaman a leer más de cinco líneas, porque la imagen supera la palabra y porque nadie quiere tener la sensación de que puede estar perdiendo el tiempo.
Ante este panorama eran tres las opciones posibles: cerrar este blog, dejarlo flotar como parte de la basura espacial al cual alguien dará un link o volver al darle impulso.
La decisión es la última, que es la mejor forma que siento para terminar de escribir los días. Los que han pasado (los más) y los que restan para tratar de dar testimonio de ellos.
Ojalá que la decisión sea la acertada.
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