El eximio arte de cagarla

 


Murió Diego Maradona. Dificilmente haya un puto ser humano que desconozca la noticia. 

La muerte del ídolo nacional más grande de toda la historia argentina, te podrá gustar o no. Me cuesta encontrar un personaje mundial contemporaneo que llegada la hora de su muerte, una porción enorme del planeta pueda sentir que se fue un ser que conmovió su vida. 

Por estos días, imagino que el único capaz de empardar la jugada sería el Papa Francisco. Si su muerte sucediera en ejercicio del Poder de Roma, y aún así tengo mis dudas.

Sobre su vida deportiva, personal, conductas e inconductas, juicios morales y pontificaciones exponenciales creo; ya se ha dicho escrito o dicho todo. Todo lo que se puede expresar ante la cercanía del duelo ya ha sido puesto sobre la mesa.

A cuarenta y ocho horas de su muerte, y menos de veinticuatro de ese acto que pretendió ser su funeral y terminó en desastre; nos preguntamos con Juan en una charla telefonica como podemos haber jodido lo que debió ser una despedida al más grande que pudiera ser marcada para quedar en los libros de historia. Gases, piedras, las mafias de las barras bravas tomando por asalto la Casa Rosada. El reparto de culpas. La imputaciones de egoismo sobre parte de su familia. Escribo ¨parte¨ por que los es, pero también para poner en valor  que también es humano, desear que el karma termine.

A noventa y seis horas de su muerte, recomienzo la escritura. Ya pasaron las críticas a los Pumas por no haber estado a la altura del homenaje realizado por los All Blacks, poniendo un camiseta negra con el 10 y Maradona. 

También ya pasó esa terrible foto de Messi con la 10 del Diego en Newells. Si, Messi, ese ser tan puteado por no cantar el himno, por no parecerse al Diego, por no venir a su funeral, por no haber salido Campeón del Mundo.

 


Todo eso, nos ayuda. Nos da una mano, para hacernos los boludos y no hacernos cargo. Cuando pasen los años; los nombres de Alberto Fernandez, Rodriguez Larreta, Wado de Pedro, Sabrina Frederich, Diego Santilli,  aún del de Cristina Fernandez (perdón a mis amigos k) quedarán en el olvido. La historia dirá que, los argentinos no fuimos capaces de organizar un funeral a la altura de lo que Diego Maradona representa en la sociedad argentina. Y también la historia dirá, que decidimos pactar con las mafias del fútbol, que si le ponemos maradoniano al cualquier acto vándalico lo cubrimos de impunidad, y que también nosotros elegimos, que puede entrar a la Casa de Gobierno cualquier delincuente que no puede entrar a una cancha de fútbol. Que decidimos pactar con el poder, pero que jamás nos haremos cargo de ello.

La historia dirá que nos quedamos en la cómoda, que la culpa es del otro, que todo es la cultura del aguante, que nos aferramos a los relatos, que hasta altura no importa si te interesa el fútbol ( deporte tan puteado por el progresismo argentino, a tal punto que cuando lo adoptaron se asociaron con lo peor de el). De la carpeta del progresismo argentino, una cita especial para el feminismo. Muy tierno, los malabares dialecticos que le visto hacer a feminista a ultranza para justicar su amor incondicional al Diego.  

Esta líneas, no tratan de mi amor a Maradona. Yo sé porque lo querré siempre, y porque aborrezco de otra parte de su historia y al final de todo a nadie le interesa mi opinión.

Estas líneas tratan de porque, teniendo la pelota abajo del arco la tiramos afuera.



 

 

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