El mágico potrero de mis sueños

En estos momentos en que Grondona me quiere convencer que su proyecto de un nuevo campeonato, más federal y participativo ( según su propia versión), se encuentra atacado por miles destituyentes (a los que hasta ahora habia conocído como hinchas de fútbol), he decidido volver a las viejas pasiones. Y en ellas sin lugar a dudas, se encuentra el futbol. Parece una locura, pero hablo de futbol, ese deporte que nos roba el corazón durante noventa minutos, y que nos alegra/amarga la vida durante horas/días/meses/años y en casos extremos toda una vida.
Volver a las viejas pasiones, posiblemente sea el regreso a viejas ingenuidades. Es posible.
La situación es esta, es la vispera al día en que Independiente va jugar por la Copa Suruga con un equipo japones. Y pareciera una pelotudez que alguien pierda el tiempo escribiendo sobre ello. Posiblemente lo sea, salvo que seas de Independiente y que hables de fúbol. Y si tenes la suerte/desgracia que once tipos con una camiseta, los pueda vincular con tu historia a través de algún amor, un buen libro, tu familia y en definitiva tu historia; puede ser que estes en un problema.
Ser futbolero, nacido en Avellaneda y pertenecer a esa cofradía mayoritaria en tus pagos con los colores rojos, te hacía pertenecer hasta hace poco/mucho tiempo , a una aristocracia envidia de muchos. El gordo Soriano, escritor gigante ninguneado por la catedra y cuervo, repetía hasta hace un rato que envidiaba a los hinchas de Independiente. Y eso lo decía porque no habia dejado generación sin un campeonato.
En tiempos de vacas flacas, esta copa de marketing, me produce cosquillas. Porque se que no pertenece a la epica que nos hizo grande, pero se trata de un partido y futbol, y en estas epocas engañosas por tratarse de solo eso, vale la pena.
Independiente, para mí, es Arturo y es Axel. La historia y el futuro. Y una desordenada historia, que es la mía.
Siempre el poder, aún supuestamente defendiendolos, trata a los hinchas como una secta de inimputables, susceptibles de toda manipulación. Y cuando hablo de hinchas, parece una locura aclararlo, hablo de esos tipos que durante años pagan la cuota del club y cuando hay que pagar la entrada, la pagan con su plata. Y si no la tienen, aún puteando, no van a la cancha.
Ahora , que algunos iluminados me quieren explicar lo que es el pueblo, la pobreza. la militancia (ay como me duele escribirla de tanto que la han prostituido), el futbol y los monopolios desde Recoleta, Punta del Este, Puerto Madero y algún otro paraíso patagonico; vuelvo al fúbol.
Y vuelvo al Rojo y vuelvo a Arturo, mi viejo; el que yo hubiera querido ser y no soy. El que me trató de enseñar y yo malaprendí. El que me dejó las mejores enseñanzas, porque son las unicas que recuerdo . El que me transmitió la pasión por el Rojo. El tipo al que obligue a romper su costumbre de irse cinco minutos antes del partido, para aguantar a ese pendejo de diez años ver terminar el partido (Si Delia se hubiera enterado que me esperabas afuera, hubieras tenido varias discusiones a la vuelta de la cancha). El tipo al que al unico equipo que lo sacaba hasta la puteada era Estudiantes de la Plata (Zubeldía, Bilardo sus alfileres y el antifutbol). El tipo al que arrastre a la cancha en esa noche de enero del setenta y siete, por la seminfinales del Nacional contra los Pincha con   treinta y ocho grados  (que mal nos cayó la gaseosa en casa despues de tanto calor). Si, ese tipo con el que lloré despues de haber apagado la tele (en blanco y negro) cuando despues del gol con la mano y los tres expulsados, el Bocha nos hizo campeones en Córdoba contra todos.
Y seguramente por culpa de Arturo ese doce de junio Axel, mi hijo, me hizo llegar cuatro horas antes del partido con River a la cancha. Una cancha de futbol vacía, puede ser solo eso. Cuando la cargas de historia, es un paseo inigualable. En ese paseo, que Axel miraba maravillado, no podía apreciar las flaquezas de su padre. "Acá venía con tu abuelo" decía yo, tratando de mantener la consistencia en las palabras y queriendo evitar llorar a moco vencido por la emoción. Axel salio con el equipo de primera, y seguramente yo estaba mas contento que el. Con Axel, competiamos a ver quien se tiraba primero por el balcón de Caballito, cuando Argentinos nos dió vuelta el partido 4-3 cuando los veniamos ganando comodo 3-1 (gol olimpico del Gordo Nuñez incluido).
De eso ese trata el fútbol, de amores, pasiones, historia, fidelidades. Los monopolios siempre nos cuentan como los boludos a sumar en la fiesta, pero lo ya lo decía un tocayo (mucho más citado que leído) "no se trata de cambiar de collar, se trata de dejar de ser perro".
Mientras los iluminados, como siempre, me explican como es la vida. Para hacerme creer que, no perdieron cuando perdieron, que ganaron cuando no ganaron. Por todo esto, prendo la tele para ver la Suruga con la misma emoción de aquellas Libertadores. Y para preservar lo que nadie me podra robar, mi historia y sus emociones....
Y  para darme cuenta que no hay mejor cuento, que el que leí a Axel en La Lucila (cuando si no leíamos cuento no nos dormiamos) y que no se si lo terminé de leer o me quebré dos oraciones antes es porque los amores son así....



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