sábado, 3 de mayo de 2014

Todavía me emocionan algunas voces

"Hay secretos en el fondo del mar

Personas que me quiero llevar

Aromas que no voy a olvidar
Silencios que prefiero callar"
("Brillante sobre el mic" , Fito Paez)    


Veinticinco años después de haber compartido por  última vez un espectáculo juntos, Silvina Garré y Juan Carlos Baglietto volvieron a subirse al escenario del Teatro Opera. El mismo lugar que fue testigo de aquel recital de hace ya un cuarto de siglo.
Sus voces han quedado como estandartes de aquello que se conoció como "La Trova Rosarina", ese arca de músicos rosarinos de la cual formaron parte Fito Paez, Adrián Abonizio, Jorge Fandermole , Ruben Goldín y Lalo de los Santos.
Llegaron a Buenos Aires, meses antes que la guerra de Malvinas le otorgara el certificado de defunción a la dictadura. 
La salida del primer disco de Juan ("Tiempos Díficiles") en ese marzo del ochenta y dos, hizo descubrir a un montón de gente de mi generación una poesía y una música, que ya forma parte de la banda de sonido de nuestras vidas. Para quienes la adolescencia fue una etapa de la vida que languideció en los albores de los ochenta, las canciones de todos estos poetas venidos desde el sur de Santa Fe tuvieron en las voces de Baglietto y Garre un sabor inconfundible. 












Su ultimo recital juntos, también como un paradigma de los tiempos, llegaba sobre las cenizas de una década que grabó las emociones en almas todavía propicias para sembrar las flores del arte, antes que un montón de vivencias pudieran dejar para mejores momentos que casi nunca llegaron el placer de emocionarse con una voz y una melodía.















"MI CANCION PERSIGUE EN LOS RINCONES
COMO UNA VIEJA SOMBRA 
MI CUERPO LA PROTEGE POR LAS NOCHES 
DE LAS FLORES DEL MAL 
PERO ESTA MUJER HOY ME DEVUELVE LA EMOCION 
DE TODO EL MAR, LA MUSICA Y MI AMOR" 
("Mi Amor es Rojo", Ruben Goldín)


Camino al Teatro dos damas cincuentonas, con sus pantalones ajustados de jeans combinadas con camperas de tipo militar y zapatillas que se me antojan  se utilizan conjuntamente con esos morrales incaicos solo para la ocasión de celebrar la nostalgia de volver a concurrir a un recital a modo de escape de las obligaciones cotidianas que provocan las tareas del hogar y la rutina gris de un trabajo administrativo; parecen delatar que confluirán en el mismo destino. Su repentina entonación en un dueto improvisado, para entonar algunas estrofas sueltas de "El Tempano" a modo de confirmar de manera pública cual será la salida de este sábado, confirman mis sospechas.



A pocas cuadras del Teatro, Fito  llena el Luna Park con un público que me imagino mucho más heterogéneo en cuando a su grupo etareo. Paez es uno de los grandes compositores que ha dado el rock vernáculo y su enorme potencial creativo lo ha llevado a ser uno de los artistas más populares del mainstream criollo. En su momento su increíble popularidad, fue el argumento preferido  por muchos amantes de la primera etapa  de estos rosarinos, para alejarse de el acusándolo de haberse vendido al star system. Su enorme capacidad creativa hacen que solo con escuchar "El amor después del amor" y "Abre", no solo demuestran que las acusaciones son infundadas sino que ponen en claro que su abanico creativo va más allá de su primeras influencias que Litto Nebbia, el padre espiritual de todos ellos, dejó en las letras de "Tratando de crecer" o " La vida es una moneda".



Te hablo desde el corazón 
 yo se lo que es vivir en las tinieblas
 parece que el alma se queda 
 sin salir a escena 
 Te hablo desde más acá 
 sigo buscando lo imposible 
 hacer qu la vida sea vivible 
 y no engañar
("Te hablo", Adrian Abonizio)


El comienzo puntual del recital, descoloca a muchos  que, todavía anclados en la clásica impuntualidad que supo tener el rock argento, los hace perderse los primeros tiempos.
Los aplausos sostenidos durante un par de minutos, ante la presencia de Silvina y Juan sobre el escenario, me permiten vislumbrar con un dejo de soberbia telepática, que este recital será por sobre todas las cosas un viaje interior para cada uno de los presentes en esta sala.
Los primeros acordes de "Era en abril" dan comienzo a una pertinaz molestia en los ojos, que a fuerza de estar humedecidos, me obligan a ejercer discretos ejercicios con los dedos a fin de la caída de alguna lágrima, me ponga en evidencia como un ser reblandecido. Días después daré cuenta a través de una confesión de parte, que algún amigo transitó por esas mismas emociones y de esa manera convencerme de escribir estas líneas.

Cuanto te despiertes cada día
con el cuerpo de aire y ese olor
feliz del sueño manso de la lilas 
sin miedo al movimiento ni al dolor

Cuando ya no tenga casi nada
de sangre en la garganta de papel
ni un agrio pez nadando en la mirada
ni quiera más amparo que la piel
("Cuando" Jorge Fandermole

Imposible darse a la fuga de los recuerdos, las voces de Baglietto y Garré me acompañaron en muchos de los momentos de vida. Como a muchos de los asistentes a estos recitales, sus canciones fueron el refugio donde guarecerse y cobijarse ante un gran amor, un desengaño, una potente alegría o en esas tristezas que a veces se abalanzan sobre nuestros seres sin intención de abandonarnos. 
No conceder ante la nostalgia, fueron parte de las palabras de Baglietto. La honestidad artisitica fue evidente y expuesta en una veintena de canciones que rindió homenaje a la obra que transitaron juntos, y algunas piezas que marcaron un tiempo de sus carreras solistas que sobrevinieron a aquella primera etapa de sus trayectorias. La interpretación de sus mejores letristas, sin caer en la demagogia del golpe bajo.
Todo ello no impide, abrazarse a esa melodías para ir en un viaje hacia otros tiempos, que a maneras de flasback interior, nos hagan ver postales de otros tiempos que para cada uno de los presentes se visten de colores propios e intransferibles.
En estos más de treinta años que convivimos con sus melodías, se nos ha caído el pelo, los dientes y las carnes. Hemos subidos a las alturas máximas de la pasión orgásmica y hemos caídos en los pozos más oscuros que la química farmacéutica apenas puede lograr estabilizar para no seguir cayendo. Nos hemos rendido a los pies de los cantos de sirenas de algunos vicios, y hemos vistos como el amor de toda la vida se marcha con otra hoja del calendario.
Dejamos de ser hijos para ser padres. Dejamos hogares en busca de una pasión. Nuestros hogares se quedaron sin el sentido que le daba otra presencia. Los espacios propios devinieron extraños cuando la soledad no puede maquillarse con otros mobiliarios.
Hay canciones que se reconocen porque tienen la voz de algún ser amado y vuelven a escucharse desde un lugar de los tiempos que habíamos olvidado para guarecernos de la melancolía.


Rosario es de mercurio en la avenida,
 es un viento que peina palmeras en el boulevard
 y en el centro es la mesa de un bar que añora al poeta
 cuyo vuelo a menudo se estrella en un suelo industrial.
("Tema de Rosario", Lalo de los Santos)

La música de ambos, me trasladan hacia tarde invernal y plomiza, cuando la melodía de "Que son esas palabras" van acompañadas por el silbido de esa locomotora del Roca que cruzaba como telón de fondo la cancha de El Porvenir en esa recital a cielo abierto, en épocas en que las entradas se compraban en las boleterías. 
Dos horas para darle una caricia a nuestros recuerdos. La salida después tantas emociones, me invitan a caminar algunas cuadras más de las necesarias para encontrar la parada del colectivo. Esos pequeños momentos que uno pretende estirar para seguir disfrutandolos.
Se amontonan las letras, las imágenes y los calendarios. Seguramente nosotros, los de entonces ya no somos los mismos. Pero esta música te invita a pensar que, quizás hemos sido mejores de lo que creemos.

Comprendo que no puedes con tu vida 
pero yo también tengo que vivir. 
No existe ningún punto de partida 
si no se sabe bien adónde ir.
("Diablo y Alcohol", Sivlina Garré)




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