domingo, 1 de septiembre de 2013

Aaron Swartz,

"Aaron ha muerto. Vagabundos del mundo,hemos perdido a un verdadero sabio.Hackers por el bien, somos uno menos. Padres, hemos perdido a un hijo" Berners-Lee (inventor de la Web)



La libertad se defiende en múltiples frentes. Aaron Swartz, combatía en el lugar en que se había educado y ese espacio era Internet. A los quince años había formado parte del grupo de programadores que dieron origen a RSS, el sistema para suscribirse a blogs o páginas webs.
Participó  en el equipo que armó Creative Commons, el principal programa de licencias abiertas de Internet. En 2005 lo convocaron para sumarse al proyecto de creación de Reddit, la red de foros más popular de la web. Fundó Open Library, una base de datos sobre libros y el grupo activista Demand Progress, que el año pasado fue un de los impulsores más importantes en la lucha contra el proyecto de ley estadounidense SOPA, que intentaba poner controles al tráfico en la Web.
En 2011, Aaron Swartz introdujo su computadora en una baulera del MIT, el Instittuo de Tecnología de Massachusetts y bajó millones de artículos académicos protegidos que despues ofreció gratis en Internet. Como producto de ello, Carmen Ortiz (una hija de inmigrantes puertorriqueños) fiscal de Massachusetts lo acusó de la comisión de trece delitos informaticos que hubieran podido significarle treinta y cinco años de cárcel.. Istor, la dueña de la base de datos dueña de los articulos y el MIT, se retiraron de la demanda y llegaron a un acuerdo con Swartz. Pero la fiscal prosiguió con su intención de llevarlo a juicio y lograr una condena superior a la contemplada para violadores y pedófilos. El once de enero de este año, Swartz se suicidó en su departamento de Nueva York, tenía veintiseis años.
Esta absurda defensa legal de los derechos de autor en Estados Unidos, hubieran significado la cárcel para Steve Jobs y Steve Wozniak (fundadores de Apple) cuarenta años atrás por la utilización de llamadas de larga distancia de manera ilegal.
La fiscal, representante de una mayoritaria postura de la colonia latina en Estados Unidos que adhiere a las posiciones más reaccionarias del Partido Republicano; y el verdadero papel del MIT (verdadera cuna de hackers y un tradicional ambiente de contención para acciones permisivas sobre redes propias y ajenas) contribuyeron a este trágico desenlace.



El Servicio Secreto de Estados Unidos ha hecho públicas 100 páginas de su archivo sobre Aaron Swartz.Teniendo en cuenta este contexto, la investigación de la descarga masiva de documentos de JSTOR pasó por las manos del Servicio Secreto al haberse catalogado como un fraude informático y haberse utilizado de manera fraudulenta la red del MIT. Aunque el Gobierno de Estados Unidos atesora alrededor de 15.000 páginas sobre Aaron Swartz, el Servicio Secreto solamente ha desclasificado 104 páginas de su expediente que cubren aspectos relacionados con el caso de JSTOR, el suicidio de Swartz y, lo más curioso, algunas actuaciones de Swartz que tuvieron lugar en el año 2008. Swartz, empezó a ser investigado a partir de la redacción de este manifiesto en favor de la libertad de acceso a la información:

Manifiesto de la Guerrilla por el Acceso Abierto

La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren quedarse con él. Todo el patrimonio cultural y científico del mundo, publicado durante siglos en libros y diarios, continúa siendo digitalizado y guardado por un puñado de corporaciones privadas. ¿Quieres leer publicaciones acerca de los más famosos resultados de la ciencia? Necesitarás enviar grandes cantidades a editoriales como Reed Elsevier. Existen personas luchando para cambiar esto. El Movimiento para el Acceso Abierto ha luchado valientemente para asegurar que los científicos no firmen derechos de autor y en cambio se aseguren que su trabajo sea publicado en Internet, bajo términos que permitan que cualquier persona tenga acceso a este. Pero incluso en el mejor de los casos, su lucha solamente aplicará para cosas que se publiquen en el futuro. El resto, lo publicado hasta ahora, se habrá perdido. Este es un precio demasiado alto para pagar. ¿Obligar a que académicos paguen dinero para leer el trabajo de sus colegas? ¿Digitalizar bibliotecas enteras pero solo permitir que la gente en Google las pueda leer? ¿Proveer artículos científicos a aquellos en las élites universitarias del primer mundo, pero no a niños en el sur del planeta? Es indignante e inaceptable. "Estoy de acuerdo", muchos dicen, "pero ¿qué podemos hacer? Las compañías mantienen los derechos de autor, ganan enormes cantidades de dinero al cobrar por el acceso, y todo es perfectamente legal. No hay nada que podamos hacer para detenerlas". Pero sí hay algo que podemos hacer, algo que ya se está haciendo: podemos contraatacar. Quienes tienen acceso a estos recursos -estudiantes, bibliotecarios, científicos- han recibido un privilegio. Pueden alimentarse de este banquete de conocimiento mientras el resto del mundo es excluido. Pero ustedes no necesitan -de hecho, moralmente, no pueden- mantener este privilegio solamente para ustedes. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y tienen que compartir claves con sus colegas y llenar solicitudes de descargas para sus amigos. Mientras tanto, aquellos que han sido excluidos no esperan sin hacer nada. Han estado fisgoneando a través de agujeros y trepando cercas, liberando información guardada por las editoriales y compartiéndola con sus amigos. Pero todas estas acciones se quedan en la oscuridad, escondidas en el sótano. Se las llama robo o piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuese el equivalente moral a saquear un barco y asesinar a su tripulación. Compartir no es inmoral: es un imperativo moral. Solo quienes están cegados por la ambición podrían rehusarse a dejar que un amigo obtenga una copia. Las grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la ambición. Las leyes bajo las cuales operan lo requieren. Sus accionistas se sublevarían si fuese menos que esto. Y los políticos que han comprado las respaldan, aprobando leyes que les conceden el poder exclusivo para decidir quiénes pueden hacer copias. No hay justicia al cumplir leyes injustas. Es hora de salir a la luz y, siguiendo la tradición de la desobediencia civil, oponernos a este robo privado de la cultura pública. Necesitamos tomar la información, donde quiera que esté almacenada, hacer copias y compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar cosas que ya no tienen derechos de autor y agregarlas al archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y publicarlas en la web. Necesitamos descargar publicaciones científicas y subirlas a redes de intercambio de archivos. Necesitamos combatir en la Guerrilla del Acceso Abierto. Con suficientes de nosotros, alrededor del mundo, no solo enviaremos un mensaje firme en contra de la privatización del conocimiento. Haremos que sea una cosa del pasado. ¿Te unirás a nosotros?
 Aaron Swartz Julio de 2008, Eremo, Italia

Su trágica muerte y los intereses que confluyeron para que esto suceda estan muy bien expresados en esta despedida

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