miércoles, 10 de julio de 2013

Mi reino por una raya


Los teléfonos celulares de última generación tienen muchas aplicaciones. Email, Facebook, Twitter, Skype, You Toube ,Whatsapp, reproductores de música y video,
Por algún motivo, que por ahora me resulta desconocido, esos celulares cada vez más grande y costosos nos han convertido en sus esclavos. Pareciera imposible pasar más de quince minutos sin que le echemos su vistazo. No solo eso, pareciera que no tenerlos entre las manos para observar quien ha realizado alguna publicación en las redes sociales o confirmar que nadie nos ha enviado un mensaje de texto nos provocará un síndrome de abstinencia que derivara en alguna enfermedad terminal.
Por eso será que, a las siete de la mañana veo mucha gente enviando mensaje de textos, riéndose sola como si la locura los hubiera adoptado como víctima por un algo que aparece en la pantalla o mirando vídeos por You Toube.

Quizás lo que más me llamó la atención fue aquel joven de veintitantos años que pleno horario pico de subte hacia malabares con una mano para no abandonar ese juego de naipes con el cual sospeché que iba a alcanzar algún récord mundial, otro motivo no justificaría contornearse como un invertebrado entre una marea humana que entraba y salía a la llegada en cada estación y lo golpeaba con mochilas, portafolios y carteras a fin de ganar medio metro cuadrado en el vagón.
Ya me he dejado de preguntar como vivíamos antes de la aparición de estos smartphones, la vida era lo que era y había muy cosas urgentes que obligaran estar permanente comunicado con el mundo.
Pero lo que no me termino de contestar es, a quien carajo le estás mandando un sms tecleado de forma hiperkinetica a las siete de la mañana? Son todos médicos requeridos para salvar una vida y yo no me dí cuenta? Un viaje en subte, colectivo o en tren te puede hacer perder el negocio que te hará cambiar de vida?  No te podes tomar un café en un bar sin echarle mano a esos putos aparatos?
Los adolescentes son como los abanderados de estos nuevos paradigmas, con los ojos desorbitados solo similares a los que tenés después de clavarte una pepa o fumarte un porro del tamaño de un Cohiba, es dudosa etiquetarlos como seres humanos o mandarlos a hacer un casting en "The Walking Dead". Quejosos del poco tiempo que les dedican los padres, la intención de ahorcarlos se vuelve una tentación  cuando luego de medio hora de preguntarles acerca de como le fue en su día, como anduvo el colegio, como fue el partido de fútbol del que acaban de regresar o la fiesta en la que estuvieron la noche anterior, levantan la cabeza y como si fueran un zombie de las películas de Roger Corman solo amagan a emitir un sonido gutural que se asemeja a un "Queeeeee?"
La cena entre amigos se han convertido en actos multitudinarios, los invitas a ellos y a sus BlackBerrys. En una mano el tenedor y en el otro el celular, cualquier tema de conversación donde surja una duda es susceptible de ser Googleada. Ha perdido el encanto quedarnos con una duda que podamos saciar en el próximo encuentro? Con quien estoy hablando con vos o con Steve Jobs?
Pero tanta hiperconectividad, tiene sus contradicciones. Te gastaste mil dólares en un celular y no tenés crédito para llamarme? Me explicas como llegaste a esa puta ecuación en que te gastas una fortuna en el teléfono y no tenes una moneda para un abono para poder hablar por teléfono?
Ante tanta capacidad tecnológica para enviar archivos, videos, fotos, comunicaciones con videos las que no se encuentran a la altura de las circunstancias son las baterías. Llegado el mediodía y después de haberte pelotudeado con miles de boludeces en el aparato, lo que se te mueren son las baterías. Llevado a la práctica, sino no andas con un cargador en el laburo, otro en tu casa y otro en tu mochila; esos brillantes ejemplares de telefonía 4G te lo tenes que meter en el bolsillo y olvidarte que sirven para algo porque se encuentran con la pantalla en negro.

Y ese es el momento en que con una locura parecida a la de Al Pacino en Scarface, darías lo que fuera por una raya en tu pantalla. Una sola raya que no te desconecte del mundo, o mejor dicho esta versión del mundo que nos han hecho creer en el que no se puede dejar de formar parte.
Quizás sea el momento de volver al Planeta Tierra, desempolvar ese Samsung que no te dejaba a gamba aunque estuvieras cuatro días sin cargarlo, y observar que lo que hay a tu alrededor son personas de carne y hueso con las que quizás sea conveniente relacionarte.

1 comentario:

  1. Estas cosas pasan por la miopía de quienes gobiernan el mundo. El día que espabilen, la conexión a redes sociales será gratuita, permanente y obligatoria; la recarga y el cambio de baterías será subsidiado. El consumo virtual pasivo será premiado y la participación activa será cobrada, y bien cobrada. El seguimiento de todo lo que se anota estará minuciosamente controlado, y no como ahora, que de vez en cuando se les escapa un arrepentido y tienen que salir a pedir disculpas antes de seguir espiando. Y en cuanto sea posible, implantación obligatoria de un chip intracraneano para intercalar las percepciones virtuales entre las reales. A partir de ese momento. todo producido desde algún organismo centralizador que además recibirá y clasificará lo que mande cada uno, sin difundirlo. Obviamente, persecución y eliminación de los rebeldes no conectados. Las posibilidades son infinitas; le recomiendo disfrutar de esta época primitiva, salvaje y libre. Y si eso no sucediera nunca, será nomás por nuestra costumbre de elegir como líderes a los más tontos, que por lo menos son inofensivos o menos peligrosos que otros.

    ResponderEliminar