jueves, 11 de julio de 2013

Bocha.

Es el sosias de mi grande ídolo fútbolistico. Nos conocimos en el mejor lugar en el cual tipos de nuestra generación se pueden conocer, en una cancha de fútbol. Nosotros veníamos expulsados de la Liga, recaímos en el lugar que él jugaba; el "Honor y Patria". Como siempre pasa, el paso del tiempo hace más afectivo los recuerdos, pero creo que él y yo sabemos que ese fue un tiempo de competencia. Nosotros que veníamos del Pienovi, recaímos con el técnico en tierra extranjera. El extranjero en tiempos en que el barrio era una patria chica, podría ser diez cuadras. Y a ese caso me refiero.
La casualidades diría mi madre o las causalidades dirían los psicólogos, dispusieron que compartieramos el secundario.
Siempre fuimos de la banda de la última fila de los bancos, quizás porque desde ese lugar se puede ver todo en perspectiva. O porque eramos tan tímidos que no podíamos sospechar que hubiera alguien que tuviera la oportunidad de tener todo el tiempo para mirarnos.
Tuvo la sagrada paciencia de bancarse la segunda mitad de los setenta en Avellaneda siendo de Racing, época en que Independiente ganaba todo.
Compartimos viajes, tardes eternas en el Parque Domínico, confesiones, frustraciones.
Perdimos a nuestros viejos a temprana edad, cuando me tocó a mi; el estuvo. Cuando le tocó a él, yo no se donde estaba. Compartimos viajes de egresados, fiestas de fin de año y muchas cosas más.
De esos tiempos que uno empieza a considerar como gloriosos quedaron él y Adrián. Algunos otros aparecen, victimas de soledades producto de elecciones de vida, y se van.
No por casualidad, uno de los primeros post de este blog se lo debo a él. Y con todo orgullo se lo regalé con los colores que el ama y yo puteo.
Tuvo la generosidad infinita de olvidarse de que ante  cada cumpleaños mío me llamara y yo no contestara sus saludos. Le debo reconocer una gran virtud en su intención de hacerme desistir en la idea de convertirme en su cuñado.
Marino, su viejo, me enseñó a jugar al Poker. No volví a jugar a ese juego desde ese entonces. Debo reconocer que, ahora que me doy cuenta, ese es un espacio que se lo ganó su viejo. Y no tengo ganas de regalárselo a nadie. El Poker es con Marino o no es. Y ahora que hay muchas cosas que no van a ser las voy guardando como tesoros
Después de mucho tiempo, nos volvimos a ver. Volvió a mi casa, pero la mujer de la casa ya no era la misma. Le pedí favores enormes y nunca preguntó porque. Lee todo lo que este colectivo de blogs le hace llegar y nos llama si algo le pareció emocionante.
Creo que hemos inventando la fórmula de la amistad entre dos futboleros con colores irreconciliables. Ver juntos un clásico y  cagarnos de la risa de lo mal que se juega al fútbol. Y también saber, si alguno de los partidos venía muy favorables al club de nuestros afectos, que hay que achicarle la paliza al amigo y relativizar cualquier victoria.
Ha sido el primero en comprender porque este blog ha dejado de ser personal, para ser un proyecto de mucha gente.  Y también he comprendido que no hay asado que disfrute más que el que yo hago y el venga.
Escribo esto, en una  altura del almanaque en la cual se acerca su cumpleaños. Como siempre, me tomaré un tiempo para regalarle algo que le sorprenda y le guste. Desde el corazón,  mi mejor regalo son estas palabras para decirte gracias por nuestra amistad.

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