martes, 10 de enero de 2017

La esperanza de Brian




"Hay dos maneras de aglutinar a la gente. La esperanza y el miedo".
                                                                       (Brian Eno)

Su nombre quizás no resulte conocido para el gran público, sin embargo  el aporte a la música por parte de Brian Eno sea uno de los más significativos en la segunda mitad del siglo veinte y lo que va del presente. Su trabajo se encuentra desde sus comienzo ligado a lo que podríamos denominar experimentación. Desde sus inicios en Roxy Music, ( "Roxy Music" (1972) y  "For Your Pleasure" (1973) banda inglesa liderada por Brian Ferry, sus trabajos solistas y su aporte creativo desde la producción a artistas tan variados como U2 ("The Unforgettable Fire",  "The Joshua Tree", "Achtung Baby", "Zooropa".), David Bowie (productor y co-autor en sus discos correspondientes a la trilogía de Berlin "Low", "Heroes" y "Lodger"), Talkin Heads, Laurie Anderson, Coldplay y muchos más le han hecho ganar un espacio preponderante en el escenario mundial de la música. Habiendo sido además uno de los creadores de la música "ambient", quizás sus obras más escuchadas por millones de personas en el planeta que desconocen el autor de las mismas sean el archivo de sonido de inicio de sesión de Windows 95  que aún se encuentra en las versiones actuales como "The Microsoft Sound" y el tema de bienvenida de Windows XP en su instalación, cuyo archivo se encuentra en el mencionado sistema operativo, como "title.wma".
Eno, decididamente es un avanzado en la industrial musical, dotado de una gran formación académica y un inquieto investigador en búsqueda de nuevas formas de vinculación entre la músicas y las diversas expresiones del arte y la modernidad.
Todo lo escrito hasta aquí, es solo la manera de presentar al autor de la   carta abierta que publicó el 1 de enero del 2017, donde a pesar de las calamidades que azotaron al mundo durante el año 2016, insiste en una premisa fundamental para dar un hilo de luz a nuestros días, abrir la puerta de la esperanza:





El consenso que tienen la mayoría de mis amigos es que el 2016 fue un año terrible, el comienzo de un largo declive hacia algo que ni siquiera queremos imaginar.

El 2016 fue, efectivamente, un año bastante duro, pero me pregunto si acaso es el final, no el comienzo, de este ‘largo declive’. O al menos el comienzo del final de este declive…Porque yo creo que hemos estado en declive desde hace al menos 40 años, soportando un lento proceso de des-civilización que no habíamos notado hasta ahora. Me recuerda a la historia de la rana parada sobre un sartén en donde el agua hierve lentamente.

Este declive incluye la transición de una empleabilidad segura a una precaria, la destrucción de sindicatos y derechos a los trabajadores, contratos a boleta, el desmantelamiento del gobierno local, sistemas de salud que se caen a pedazos, sistemas educacionales sin fondos y gobernados por exámenes sin sentido y tablas de posición, la estigmatización de los inmigrantes, el nacionalismo desenfrenado, y la concentración de prejuicios que permite el internet y las redes sociales.

El proceso de des-civilización creció desde una ideología que despreciaba la generosidad y que aplaudía el egoísmo indulgente (Margaret Tatcher: “La pobreza es un defecto personal”. Ayn Rand: “El altruismo es malvado). El énfasis en este individualismo sin límites ha tenido dos efectos: La creación de una gran cantidad de riqueza y la distribución de esta riqueza entre cada vez menos manos. En estos momentos, las 62 personas más ricas del planeta tienen tanto dinero como la mitad más pobre de la población combinada. La fantasía Tatcher/Reagan de que esta riqueza ‘chorrearía’ hacia abajo y enriquecería a todos simplemente no ocurrió.

De hecho, sucedió lo contrario: Los sueldos de la mayoría de la gente han ido reduciéndose desde hace al menos dos décadas, mientras que sus futuros (y el futuro de sus niños) se ve cada vez menos prometedor. No es de extrañar que las personas estén enojadas y se estén alejando de las formas más tradicionales de gobierno. Cuando los gobiernos le prestan más atención a quien tiene más dinero, las enormes diferencias en la distribución de la riqueza parecen burlarse de la idea de democracia. Como dijo George Monbiot: “La pluma es más poderosa que la espada, pero la billetera es más poderosa que la pluma”.

El año pasado, la gente comenzó a darse cuenta de esto. Muchos de ellos, en su ira, agarraron el objeto más parecido a Donald Trump que encontraron y golpearon al establishment con él. Pero esos solo fueron de los despertares más prominentes y notorios para los medios. Mientras tanto, ha pasado algo más tranquilo pero igualmente poderoso: La gente se está repreguntando lo que la democracia significa, lo que la sociedad significa, y qué tenemos que hacer para hacerlos funcionar de nuevo. La gente está pensando de manera intensa y, más importante, está pensando en voz alta, juntos. Creo que vivimos un proceso de masiva desilusión durante el 2016, y decidimos que por fin es hora de salir del sartén.

Este es el comienzo de algo grande. Va requerir compromiso: No solo tweets, o likes, o swipes, pero también acciones políticas consideradas y creativas. Va a requerir que nos demos cuenta que algunas cosas que dábamos por aseguradas (algún semblante de verdad en lo que se informa, por ejemplo), ya no se pueden esperar de manera gratuita. Si queremos buen reporteo y buen análisis, tenemos que pagar por él. Eso significa DINERO: Financiamiento directo para las publicaciones y sitios web que luchan por contar las cosas desde una perspectiva alejada del establishment. Del mismo modo, si queremos que nuestros niños sean felices y creativos, tenemos que hacernos cargo de la educación, no dejársela a ideologías o gente que privilegia la ganancia personal por sobre todo. Si queremos generosidad social, tenemos que pagar nuestros impuestos y eliminar los paraísos fiscales. Y si queremos políticos considerados, tenemos que dejar de votar solo por los carismáticos.

La inequidad se come el corazón de la sociedad, cultivando desdén, resentimiento, envidia, sospecha, bullying, arrogancia e insensibilidad. Si queremos un futuro decente, tenemos que rechazar esas cosas, y creo que ya empezamos a hacerlo.

Hay tanto que hacer, tantas posibilidades. 2017 debiese ser un año sorprendente.

- Brian


viernes, 6 de enero de 2017

Andenes


Manden noticias del mundo de allá

A quien se queda
Denme un abrazo vénganme a esperar
Voy llegando



Lo que más gustó es poder partir
Ya sin miedo
Mejor ahora es poder volver
Cuando quiera



Todos los días, como en un vaivén
La gente que vibra sobre la estación
Hay gente que viene para quedar
Otros que se van para nunca más



Hay gente que viene, quiere volver
Otros que se van, quieren luchar
Otros han venido, para mirar
Otros a reír y otros a llorar



Y así llegar y partir
Son sólo dos lados de un mismo viaje
El tren que llega
Es el mismo tren de la ida



La hora del encuentro es también despedida
La plataforma de esta estación
Es la vida de este mi lugar
Es la vida

De este mi lugar, es la vida.

"Encuentros y despedidas" (Milton Nascimento)

Diciembre es historia, antigua y reciente, con la clásica bipolaridad con la cual atravesamos el último mes del año.
Con mandatos derivados de como los gregorianos dividieron el tiempo, esa décima segunda fracción del almanaque, se torna internamente como partera de una nueva historia que voluntariosamente imaginamos y deseamos naciendo con el primer minuto del nuevo año. De igual intensidad nuestra intención es que ese treinta y uno funcione como sepulturero de todas las desgraciadas acontecidas en los últimos trescientos sesenta y seis días, y de ser posible permita llevarse todas aquellas originadas en tiempos anteriores.
Y con distintas mochilas  nos sentamos en una misma mesa quien perjuramos que esta sí será la última misa en escena de la cual descreemos desde tiempos inmemoriales, anhelando tener el mismo huso horario de Australia y que lo que vamos a vivir en las próximas cuatro o cinco horas o las que el alcohol dictamine sería en ese preciso momento parte del pasado. Frente a nosotros se encuentran también los deseosos que esa orgía gastronómica celebrada una vez al año, no culmine nunca. Posiblemente en una de la cabeceras se siente quien, en silencio analiza que ha hecho de su vida para ir transitando los últimos tramos de su vida rodeados de descendientes de los cuales conoce muy poco y a los cuales no comprende mucho  tratando de desentrañar cual ha sido el pase de magia que los transformo de ansiosos esperadores de un personaje interpretado por el más obeso de los asistentes, quien transpira por un vestuario que le han adosado y que convierte la tórrida noche de navidad en un horno de fundición; a estos seres con siluetas humanas abstraídos de otra cosa que no sean sus celulares-
A la hora de los brindis, las historias interiores se bifurcan en tantos caminos como comensales haya.
En cada copa hay planes tan distintos,de manera tal que en una rebalsa los ùltimos esfuerzos de sostener lo que alguna vez se pudo denominar una familia y en otra los planes para comunicar que esa misma familia volará en pedazos con las primeras horas de la mañana.

Estarán aquellos, que tienen planeados con el brindis del año nuevo poner en marcha el reloj de la cuenta regresiva que los acerque al día que inicien un nuevo proyecto de vida con alguien que han descubierto es capaz de despertarles el deseo ya conocido, de iniciar el temerario sueño de construir una nueva pareja.
Muchas copas estarán servidas con un trago mezcla de champagne y lágrimas por la reciente pérdida de algún ser querido, que se fue en el año que termina por fin de irse.
En alguna mesa, estará el adicto resistiendo tentaciones con pocas ganas de decir los porque de sus brindis con agua o con gaseosa,y haciendo caso omiso a invitaciones de brindar con algo, porque una copita no te va a hacer nada y contando hasta diez para no vomitar un insulto que de una vez por todas lo deje en paz.


Reuniones numerosas, conformadas de múltiples soledades. Y también soledades afrontadas con la firme convicción que la calma de esa cocina en silencio, le otorga la oportunidad de pensar sin densas e inoportunas interferencias. Todos vamos en viaje hacia a algún lado, difícilmente pueda existir un tren que colectivamente nos pueda alcanzar a tan variados destinos.
En esos viajes interiores, anualmente nos paramos en los andenes y fingimos impúdicamente que el destino del otro ciertamente nos interesa.
Existe un viejo dicho que en la vida, el tren pasa solo una vez en la vida, cabe preguntarse cuanta consistencia tiene esa frase. A la luz de los años, hemos subido a formaciones y llegar a buen puerto, viajar para desencontrarnos, haber descarrillado dejando victimas. Aún así pareciera que buen consejo, andar con el bolso armado para iniciar un nuevo viaje.