jueves, 24 de noviembre de 2016

Otro Dylan





En mi oficio u hosco arte 
ejercido en la noche en calma 
cuando sólo rabia la luna 
y los amantes descansan 
con sus penas en los brazos, 
trabajo a la luz cantora 
no por ambición ni pan 
lucimiento o simpatías 
en los escenarios de marfil 
sino por el común salario 
de su recóndito corazón.

No para los soberbios aparte 
de la rabiosa luna escribo 
en estas páginas rociadas 
por las espumas del mar 
ni para los encumbrados muertos 
con sus ruiseñores y salmos 
sino para los amantes, sus brazos 
abarcando las penas de los siglos, 
que no elogian ni pagan ni 
hacen caso de mi oficio o arte.


(Dylan Thomas, "En mi oficio u hosco arte")


La ruta de los viajes internos




Si amas a alguien lo suficiente
Los seguirás adondequiera que vayan,
Así es como llegué a Memphis,
así es como llegué a Memphis.
Si amas a alguien lo suficiente
Entonces vas donde tu corazón necesita ir,
Así es como llegué a Memphis,
así es como llegué a Memphis.

Sé que si la hubieras visto
Me lo dirías, porque eres mi amigo
Tengo que encontrarla
Y descubrir en qué lío anda metida.

Si me dices que no está aquí,
La seguiré por el rastro de sus lágrimas
Así es como llegué a Memphis,
así es como llegué a Memphis.

Ella solía perder la cabeza y decía
Que algún día volvería a Memphis,
Así es como llegué a Memphis,
así es como llegué a Memphis.

Tengo que encontrarla
Y decirle lo mucho que la quiero
No descansaré hasta saber por qué tuvo que marchar

Gracias por tu precioso tiempo
Perdóname si me pongo a llorar,
Así es como llegué a Memphis,
así es como llegué a Memphis.

("Así es como llegué a Memphis" Tom T. Hall)


PULGARCITOS








"No me saques de tu cuenta, 
no me pidas contraseña. 
No me engañes, no pretendas, 
sólo quiero que me vuelvas a aceptar. "

(Miguel Mateos "La Ley del Pulgar")

La dictadura del Like, ha llegado para quedarse. Arrasando fronteras generacionales, nos hemos vuelto dependientes de nuestro grado de aceptación social medido en esos putos deditos.
En esta hiperconectividad cada vez menos comunicacional, nuestros egos se mueven al compás de la cantidad de manos contabilizadas en cada post.
Nos exhibimos impúdicamente, y le mostramos al mundo cibernetico donde nos hemos ido de vacaciones, que cenamos la última noche, nuestros desencantos políticos y nuestros más profundos dolores.
Ya no perdemos a los amigos, nos bloquean. El peso de la palabra escrita, sin retorno ni contextos, nos puede condenar a los enconos más furibundos.
Esa demostración de nuestro ilustrado cinismo, nos luce con cierta pátina de inteligencia de la cual estamos seguros nosotros mismos.
Contamos abiertamente nuestras separaciones, nuevos amores, disparando misiles quirurgicamente dirigidos hacia quienes han perdido el favor de nuestras simpatías.
Nos damos identidades falsas para poder monitorear a nuestras parejas e hijos.  
En etapas de mala racha, hacemos participes a todos de nuestras desgracias. 
Esos pulgares en alto, nos estimulan y nos dan fuerza para ir por más...hacia ninguna parte.
Esta sociabilización sentimental, nos hace cada día estar más solos. Esa aceptación virtual, se encuentra llena de vacíos e indiferencias. 
Hemos encontrado el espacio adecuado para ignorar al otro de una manera más perversa, haciéndole creer que sus pensamientos nos interesan, sus dolores nos aquejan y sus alegrías nos mejoran el día.
Quizás ha llegado el momento de meternos el dedo en otra parte. 





Reencuentro



Posar mis manos sobre tu superficie, tornan torpes las caricias luego de tantos años transcurridos desde el último encuentro.
Esa amarga sensación de asignatura pendiente, cuando el estar frente a frente no produjo los resultados primariamente imaginados.
Dificil se me hace recordar cual eran los rituales de nuestras reuniones.
De inmediato surge cual era mi principal dificultad para que te deslizaras rápidamente y pudieras moverte de manera cómoda; la precisión en las palabras. 
Escasas eran las formas para enmendar los errores, y cualquiera que fueran siempre dejaban marcas visibles. 
Tener una idea, sensación o emoción a transmitirte era un requisito indispensable para que me encontrara frente tuyo.
La mente carente de ideas , devenía en una reunión de silencios dolorosos o blancos angustiantes.
Demasiados errores, hacía volver todo a fojas cero, y el tacho de basura daba cuenta de los intentos frustrados.
El tiempo, tanto a vos como a mi, nos han puesto en lugares de descarte. 
Los golpes nos han hecho objetos defectuosos, producto de la fatiga de los materiales. 
De igual manera hemos adquirido una pátina de residuos, que vuelven nuestras palabra más borrosas
y que al ser expresadas laceran las almas o los papeles.
Desde una visión optimista, también debe ser dicho que nuestros encuentros podían celebrarse al aire libre o escasa luz, dependían solamente de tener algo para decirte y que vos lo reflejaras.
Casi todo lo dicho fue carcomido por la humedad o el olvido. 
Esas palabras tuvieron una muerte digna, no hay mago de la modernidad que pueda rescatarlas, solo mi memoria.