domingo, 7 de junio de 2015

Puñal tras puñal






Miles de acólitos, cada fin de semana, en un extraordinario rito de negación; se resisten a creer en la muerte de fútbol. Pasando por alto todas las señales que la realidad les va marcando día a día, se resisten a creer que el deporte que aman es asesinado a manos de dirigentes, delincuentes a sueldo y medios de comunicación que lucran con la pasión de muchos para ponerla al servicios del poder de turno. Y en ese mirar hacia otro lado, cuando la muerte, la corrupción y la violencia se apodera de cada uno de los clubes de fútbol; esos miles de apasionados por una camiseta se transforman por omisión, en cómplices del delito que se perpetra diariamente.
Mayo del dos mil quince, será recordado por el planeta fútbol como uno de los momentos en que quizás con mayor fuerza quedó resaltado el estado de descomposición en que el fútbol argentino trascurre sus días.
Lo sucedido en la cancha de Boca, en el partido de vuelta por los octavos de final de la Copa Libertadores ante River Plate; solo porque el destino decidió que así fuera o por alguna decisión tomada desde lugares más trascendentes, no terminó en una tragedia. Desde ya, no fue el hecho más luctuoso sucedido en las canchas argentinas.Si la medida de la crisis es la muerte;, este no pasó de un hecho anécdotico.
Pero su importancia esta en el origen de los hechos, el entorno en que el mismo sucedió, la respuesta de los protagonistas ante el mismo y las posteriores reacciones de la patria futbolera en su declaraciones.
En un estadio en el cual toda su concurrencia era perteneciente a la parcialidad local y superaba la cincuenta mil personas; supuestamente doce loquitos se hicieron dueños de toda una tribuna, quisieron pretender fuego a la manga de salida del equipo visitante e inundaron la misma con gas pimienta dirigido a los jugadores de River. Una versión políticamente correcta para esconder todas las cadenas de responsabilidades que este hecho tiene, y que en cabeza de diez perejiles quede la responsabilidad absolutas de los hechos, no se vaya para arriba en la cadena de responsables que hicieron posible el bochorno y la toda la dirigencia se pueda a ir a dormir en paz sabiendo que su impunidad está asegurada.
Un partido suspendido durante más de una hora y media, con los jugadores visitantes encerrados en el campo de juego, porque nadie podía asegurarle siquiera la llegada a vestuario donde curar a los jugadores heridos y tener aunque más no sea una seguridad superior a las de los gladiadores en el Coliseo Romano.
Dirigentes de la Confederación Sudamericana y la terna arbitral, incapaces de resolver la suspensión del partido sin esperar órdenes superiores que vendrían desde alguno comodo escritorio al que no podían comunicarse, ante la ya tradicional imposibilidad de comunicarse por celular en la Argentina.
El encargado de la Seguridad de Boca Juniors, (ex Ministro de Seguridad de uno de los candidatos a presidentes en la futuras elecciones argentinas), no pudiendo explicar donde se encontraban los casi mil empleados de seguridad contratados por el club ante tamaño desborde a no ser que distinguiera a esos diez con chalecos amarillos que presenciaban a manera de espectadores preferenciales como cinco enloquecidos quemaban el plástico de la manga para introducir el gas y a los cuales solo le faltó sacarse con una selfie con los delincuentes.
El responsable estatal de la Seguridad, el Viceministro Nacional en el rubro; justificando porque los jugadores de River se retiraron del estadio tres horas después de la cancha con el razonamiento de que esa manera logró evitar mayores desmanes. Bueno sería entender porque no mandó a sus mil quinientos efectivos a ir armando cordones que fueran llevando a los espectadores hacia las puertas de salidas y esperar que los mismo tuvieran todo el tiempo del mundo para arrojarles a los visitantes cuanta botella tuvieran a su alcance.
El equipo local, únicamente preocupado para que a su manera de entender, sus adversarios dejarán de simular y dieran comienzo al segundo tiempo, dejando los partes médicos para la finalización del partido y un demostración lamentable de falta de solidaridad para quienes trabajan de lo mismo que ellos, se negaran a salir del campo de juego con los visitantes a modo de brindarles algo de protección. Claro es difícil pedirles tamaño acto de grandeza, cuando fueron esos mismo jugadores los que al retirarse del campo de juego, levantaron sus manos ante la tribuna donde se alojan los pesados del club, a modo de agradecimiento por el apoyo brindado y la colaboración prestada para que el partido se suspendiera y quedarán eliminados del torneo. Reacciones propias de una enfermedad de la cuales se encuentran inoculados todos los actores de este circo.
Para la antología del disparate quedarán las declaraciones del Presidente de Boca y del Viceministro Berni. A quienes pareciera que habría que agradecerles su efectiva labor en toda esa noche, y que los hechos acaecidos parecieran ser productos de la mala fortuna.
Durante las cuarenta ocho siguientes, el único tema que fue centro de los medios periodísticos fue si el partido se continuaba jugando a cancha cerrada o si Boca iba a ser castigado de manera ejemplar. Y en ese consumir de horas televisivas y radiales, y páginas de periódicos; la agenda nacional tuvo forma esférica. Salvo contadas excepciones, el periodismo deportivo tuvo un papel vergonzoso, cuyo mayores referentes fueron todos aquellos que cubren diariamente los entrenamientos de cada club. A nadie le importó la salud de los jugadores, el posible desastre que se hubiera producido en la cancha; lo importante era saber si el partido se continuaba jugando, cuando y en que fecha. Porque como todos sabemos, en el fútbol nos hemos abrazado a esa máxima que expresa que " los partidos se ganan en la cancha". Un máxima que sus mayores defensores conocen a ciencia cierta,que no es así.
Los partidos se empiezan definiendo a la hora de quien tiene mayor poder de lobby para  designar el árbitro que dirigirá el encuentro, de acuerdo a las estadísticas de como nos fue con ese pito y el grado de permeabilidad que tiene a las presiones de la localía y en algunos casos a las dádivas desinteresadas.

En un  verdadero raid mediático de "referentes" de fútbol argentino se podía leer; hasta que el asco impidiera continuar con la lectura, declaraciones como las realizadas por Carlos Salvador Bilardo quien afirmó que si el fallecido presidente de AFA, Julio Humberto Grondona , "hubiese estado el jueves, lo que pasó en la Bombonera con la suspensión del superclásico lo hubiese solucionado en cinco minutos". "Lo del escándalo en La Bombonera , Grondona lo hubiera resuelto en cinco minutos si los jugadores de River seguían imposibilitados de seguir. Porque han pasado cosas graves como la noche de la bengala asesina en 1983 también en ese estadio (fue lanzada desde la tribuna de Boca y le provocó la muerte al hincha de Racing Roberto Basile) y el fútbol siguió. Es un tema que deben resolver los de arriba", estimó Bilardo.Sobre Grondona nos explayaremos más adelante, por ahora quedémonos en las declaraciones de Bilardo. El técnico de la Selección Argentina campeona del Mundo de 1986 y subcampeona de 1990, pontifica desde su puesto de ser unos de los iconos de fútbol argentino, cuya trayectoria como jugador quedó marcada en la memoria popular por ser integrante del Estudiantes de Zubeldía, campeón de todo, que tenía como marca distintiva conformar su indumentaria deportiva no solo con la camiseta, botines, medias y pantalones cortos; sino que a ello le agregaba la suficiente cantidad de alfileres para poder ejercer contra sus adversarios practicas de rituales vudú. Ese mismo Bilardo, ya como entrenador de la Selección que compitió en Italia, que en un gesto de "solidaridad deportiva" le hizo alcanzar a Branco, jugador de la selección de Brasil en un partido que quedará en la historia como uno de los paseos más grandes que nos pegaron los verde amarillos, que contenía un líquido vomitivo que le impidió seguir jugando el partido y que terminó con uno de los resultados más injustos en la historia de los mundiales, solo justificado por ese magistral pase de Maradona y la frialdad asesina de Caniggia para darnos la victoria en el único ataque argentino en noventa minutos. Este justificador de la continuidad del fútbol, pese a un muerto en la cancha, también es médico. Solo Dios sabrá que tipo de juramento hizo cuando le otorgaron el título, con que ideas eligió la medicina como carrera y como sobrevivió bajo el ala de Grondona ocho años como ñoqui de la AFA cobrando cientos de miles de dolares para no hacer nada. 

"Si los jugadores están parados pueden jugar, no están muertos", esta fueron las declaraciones de quien, en las supuestas antípodas de la ideología  futbolera argentina otro ex entrenador de la Selección Argentina, Campeona del Mundial de 1978, César Luis Menotti , consideró que los jugadores de River  deberían haber continuado el partido ante Boca  porque estaban en condiciones al mantenerse de pie en la cancha después de sufrir el ataque con gas pimienta. Supuesto intelectual del fútbol, declarando militante de izquierda aunque director técnico de la dictadura; su historia ha estado más plagada de declaraciones pseudo intelectuales que de resultados deportivos y sus contradicciones dialécticas quizás lo definan mejor de lo que es en realidad, un hipócrita.

Este mismo autodenominado progresista del fútbol y de la vida, cuyo mayor acto de valentía es haber tenido cassetes de Mercedes Sosa en su casa, fue el mismo que hizo jugar a la selección argentina en un amistoso contra Polonia en 1976 el mismo día que Videla asaltaba el poder para llenar de sangre toda la Argentina. La dictadura recién asumida, y teniendo en claro el poder de fútbol, hizo de la transmisión en directo de ese partido en Varsovia, lo único de la programación televisiva de aquella época que no fue levantado de la programación. Su idea de la carencia de muertos en el River Boca, parece no fue la misma que tuvo en el mundial ochenta y dos, cuando desde España en el Mundial 82 se veían fotos en las revistas argentinas de él y todo su equipo gozando del relax de las piscinas del hotel donde se alojaban, sin tomar en cuenta que cientos de argentinos morían en ese mismo momento dando su vida por la defensa de Malvinas. Parece que ahí, la muerte no era causal de suspensión del fútbol. Quizas en su fuero íntimo, Menotti en tanto y en cuanto su plata esté asegurada, sería participe que el fútbol lo jugaran los protagonistas de "The Walking Dead".
Bilardo y Menotti, más allá de sus supuestas diferencias de cotillón, bien tienen ganado el tacho de basura en la historia de fútbol argentino. 

En sintonía con la declaraciones de Bilardo y Menotti, el Vasco Arruabarrena comentó lo suyo, quizás a manera de módico atenuante tenga que el es protagonista de lo sucedido y su calentura por la descalificación hagan que sus barbaridades puedan ser con buena voluntand, puesta en otro contexto sin perjuicio de que nada las justifique.
"La sanción es injusta, ya que los partidos se ganan en la cancha. Pero me di cuenta de que River tiene otros valores. El partido se tendría que haber reanudado una vez que los jugadores se hubieran recuperado". Y también criticó a Gallardo: "El profe Roberti le mandó un mensaje a Marcelo, pero no respondió. Angelici habló con D'Onofio, después Orion con Ponzio. Se habló mucho sobre lo que decían las imágenes, pero nosotros actuamos". 
Fue raro cuando defendió a los jugadores. Se entiende desde el punto de vista de que todo DT sabe que depende de los rendimientos de sus futbolistas y que cualquier declaración contra ellos puede significarle el principio del fin: dijo que "los que conocen la historia de este club saben que los jugadores de Boca entran y se van saludando siempre porque hay 20 millones de personas mirando por televisión, el saludo es para todos" (en referencia a cuando levantaron los brazos hacia La 12 antes de despedirse) y que "no acompañaron a los jugadores de River hacia la manga porque yo les dije. Si una botella les pega a ellos nadie se hace cargo y todos se levan las manos, los dirigentes, la policía". En realidad se negaron a obedecer una orden que nació desde los organismos de seguridad. Y así quedó expuesto él, que al final fue el único que puso el cuerpo para acompañar el plantel millonario."

Con las declaraciones de Menotti, Bilardo y Arruabarrena, quisimos exponer la idea que tiene los técnicos, jugadores, dirigentes partidarios y políticos sobre aquella idea sobre que "Los partidos se ganan en la cancha" No importa si hay muertos, seguramente las víctimas no surgirán de esta camada de sinvergüenzas
Los partidos se ganan en la cancha cuando lo que se juega es al fútbol, la muerte no es dato anecdotico, salvo para el negocio del fútbol.
Hoy, que como si hubiéramos sufrido una lobotomía, parecemos olvidar (para señalar un hecho emblemático de este cancer que nos corroe) lo sucedido el 3 de agosto de 1983 en la Bombonera poco antes de arrancar el encuentro, una bengala salió desde el medio de la popular local recorrió ciento cincuenta metros, zigzagueó y se clavó en el cuello de Roberto Basile (26 años) , un joven hincha de Racing que estaba ubicado justo enfrente de la 12 y que murió casi al instante.

Los goles (¿a quién le importa?) fueron convertidos por Gareca (2) para Boca y por Osvaldo Rinaldi y Castelló para Racing. 
Treinta y dos años después de ese hecho, seguimos como si nada ocurriera.
Para finalizar, el mismo día que ocurrieron los hechos de este Boca River 2015, moría Emanuel Ortega luego de  dar pelea por su vida durante diez días después de un lamentable choque ante el paredón de concreto, a un metro de los límites del campo de juego en un escenario común para las canchas del ascenso argentino; por ese motivo se suspendió en ese fin de semana el fútbol local, sinceramente nadie recordó esa muerte.


 Como habría de suceder eso, si la muerte nos visita todos los fin de semana.La impunidad, una marca registrada en la argentina, tiene victimas, las víctimas tienen nombres; en este sitio web podemos recordarlas.
Solo como recordatorio de un dirigente venerado la clase politica, los dirigentes de fútbol y los periodistas deportivos; el sesenta por ciento de esa muertes se produjeron bajo la Presidencia en la Asociación del Fútbol Argentino, de ese nefasto personaje que se llamó Julio Humberto Grondona



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