jueves, 9 de abril de 2015

Dios era uno más de los que los conocía.



Malvinas, una palabra que encierra miles de historias y también de mentiras.
Palabra usada en castellano y desde el otro lado como Falklands por gobiernos en momentos oportunos, para hacer negocios políticos...o sea solamente negocios.
La utilizó Galtieri para tratar de reinventarse, Chivas mediante, como el nuevo Libertador de la Patria Grande quizás para olvidar toda su historia de militar argentino sometido a los ordenamientos estadounidenses. La usó Tatcher, para ganar una guerra que la convirtió en Primera Ministra eterna de los Ingleses. La usó Cristina Kirchner, porque el nacionalismo paga. La acaba de usa Cameron, ante unas legislativas más que complicadas ante Laboristas y Liberales.
En estos tiempos tan afectos para las reinvenciones personales, nadie se puede dar el lujo de admitir errores. Dios no lo permite y ahora que somos pontificios, Francisco no nos lo perdonaría.
Entre tanto nacionalismo de cuarta, hay ciento veintitres familias que esperan una respuesta. Hay ciento veintres de los nuestros, bajo una cruz blanca sin ninguna otra identificación. De este lado del continente hay ciento veintres familias queriendo saber, en que lugar velar a sus muertos.
Estaría bueno que antes de invitar a quemar remeras inglesas, se luche para tratar de dar el último instante de duelo a ciento veintitres padres, hermanos, abuelos e hijos.
El reloj corre a una velocidad atroz, esos compatriotas, muchos de ellos contemporáneos de quien esto escribe, Hay setenta familias que ya han dado muestra de ADN, para una labor que el Equipo de Antropología Forense, podría realizar si la lucha por la verdad estaría por sobre los discursos de conveniencia. No se cual es el grado de eficiencia de nuestra diplomacía, aunque algunos datos parecerían dar la respuesta, pero creo que este no es una cuestión que perimita diez inauguraciones sobre el tema para avanzar hacia la nada. La Patria no es otra cosa que la gente, la que dieron la vida por nuestra patria. Es deber devolverles tanto sacrificio con un poco de dignidad en el esfuerzo. Darle identidad a estos muertos. Dejar los discursos victimarios y mentirosos para poner las manos en algo digno, que no sean los billetes. Hay nombres concretos que son responsables de esta inoperancia. No es momento para poner blanco sobre negro, apellidos que todos deberían conocer.
Tambien hay fotos que buscan dueños, retratos dejados en maquinas encontradas por un isleño a pocas horas de la derrota y retirada que buscan dueño. Familias que quizás, tengan como único tesoro la foto de un hermano, hijo o esposo antes de brindar la vida por la patria.
Para todos todos esos afectos que buscan respuestas, esta escrito este post






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