domingo, 13 de julio de 2014

Buenos Aires, trece de julio, quince treinta horas.


"Disfrútalo a pleno, porque posiblemente con el  pasar de los años, recuerdes a este Mundial como el que te quede marcado a fuego en la memoria". El consejo de un compañero de trabajo que me dobla edad, es lo primero que recuerdo al despertarme en este domingo en que se juega la Final de la Copa del Mundo en Brasil.
Salgo al balcón y las primeras cornetas van calentando el clima de un día especial. Luego de veinticuatro años, Argentina vuelve a jugar la final, ante el mismo rival de aquella tarde italiana.
El país se encuentra absolutamente inmerso sobre todo lo que pase a partir de las cuatro de la tarde. Desde hace cinco días; no existe canal de televisión, periódico o estación de radio que se encuentre indiferente ante este partido. 
Y en una ensalada descomunal, veo a la patria en pantalones cortos, a Mascherano comandando el ejercito que recuperará Malvinas, a Chiquito Romero torciendole el brazo a los fondos buitres, o que infinitas publicidades identificando la nacionalización de las A.F.J.P., la Asignación Universal por Hijo o la reestatización de Y.P.F. con la camiseta albiceleste, siendo Messi el producto de un proyecto político autodenominado Nacional y Popular.
De igual modo, el coraje puesto por algunos jugadores o la serenidad y templanza de Sabella al momento de los triunfos puesto como modos de un supuesto modelo alternativo del poder de turno.
El fútbol es un deporte que nos identifica, nos cambia el humor y a veces, logra que por un rato seamos extremadamente felices.
Vuelvo al consejo recibido, y me pongo a pensar el porque del mismo. De aquella conversación, caigo en la cuenta que muchos de los sentimientos fútbolisticos quedan emparentados de manera indisoluble con la edad en que te toca vivirlo. Hay muchos que han vivido las cuatros finales, y obviamente han elegido entre las dos que las cuales salimos victoriosos. Pero la del setenta y ocho, se me ha transmitido por quienes la vivieron, con un sentimiento de culpa originado en el genocidio de la dictadura militar en la cual el triunfo y los festejos prefieren ser dejados de lado.
Posiblemente los años, la vivencias nos hagan más impermeables a extasis emocionales,por eso pienso vivir esta final como si fuera la última. Vivirla, gozarla y disfrutarla al máximo. Sin detenerme en quien o para que se quiera utilizar con otros fines esta actuación.
Volviendo a este domingo, esta Selección nos ha dado hasta hoy una alegría inmensa. Para los que vivimos el fútbol de enero a diciembre, casi de manera inesperada. Porque para ser sinceros, para la patria futbolera nuestras posibilidades de éxito iban atadas a los botines de Messi, y la comprensión de su talento por parte de Higuain, Agüero y Di María. Fuera de ellos, salvo el esfuerzo de Mascherano, no contaban para llegar al último partido de este campeonato.
Aún ya comenzado el campeonato, a Sabella se le criticó con dureza la inclusión de jugadores de los cuales se tenían vagas referencias y poner al arco a alguien que durante el último año fue suplente en su equipo y que cuando tuvo la oportunidad de jugar; coronó su actuación con una falla garrafal.
Hoy que Rojo, Basanta, De Michelis, Romero y Biglia son reverenciados por el periodismo deportivo en una muestra acomodaticia espectacular y que la figura de Mascherano pelea palmo a palmo un lugar entre los Padres de la Patria; toda crítica han sido enterrada diez metros bajo tierra El Pocho Lavezzi puesto como Sex Simbol, de la hinchada femenina ocupa lugares en las revistas de espectáculos que raramente hubiera imaginado ocupar
Tevez, es un apellido que pocos recuerdan y que los enemigos de este técnico tenían guardado para sacarlo como un puñal si los Suizos o Belgas nos mandaban a casa.
Por fuera de todo ello, sería genial que Messi la rompiera. Se merece tener un domingo glorioso, por su descomunal talento y para aniquilar la sombra de Maradona que le tiran sobre la espaldas miles de futboleros y los lobbystas del periodismo. El pase de la primera rueda, fue un mérito casi exclusivo de él. Tuvo con poco uso su lámpara de los milagros, pero las pocas veces que la frotó fue desde donde salieron los triunfos con Bosnia, Irán y Nigeria. Tambien su pase magistral para que Di María nos hiciera evitar los penales contra los Suizos.
Este equipo ya cumplió, llegamos a una final soñada pero inimaginada hace solo veinte días. Desde luego no es lo mismo perder que ganar. Nunca lo es. Tampoco lo pongo en este mediodia porteño como opción. Hoy vamos a ganar. Pero si eso no sucede, nadie me podra robar estos días cuando la selección argentina de fútbol nos unió a todos fuera de toda discusión.

Por si mi compañero de trabajo tiene razón,  voy a gozar este partido como parte de un mundial que quedará grabado en mi corazón. Aunque para otra final no sea necesario que pasen veinticuatro años.
El objetivo ya esta logrado, este equipo ya se ganó un lugar en mi corazón. Lo que venga después ojalá pueda ser mejor.

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