jueves, 17 de enero de 2013

DIOS ES UNA MAQUINA DE HUMO

Para adrio, claudio y el bocha.

Cuando está oscuro y ya nadie te oye


cuando cae la noche

y no parás de llorar



Al final del túnel de los desahuciados

hay un puerto abierto
a quien ansía llegar




Yo estaré en el faro de los ahogados

Te estaré esperando
No vayas a demorar

Es mediodía. Es diciembre. En el sur del mundo, lo que abunda es calor. Si ese sur es Argentina, y más precisamente el Gran Buenos Aires, el calor te agobia hasta el mal humor. A ese sentimiento solo lo supera, encontrarte con un amigo. Imposible cumplir con el precepto bíblico de tomar el tinto natural, porque a esa altura del año lo natural se encuentra frío como un volcán. Después de dos siglos, me encuentro con Chiche. El lugar elegido es una parrilla en pleno Valentín Alsina, con dos grande logros.
Te sirven mozas muy lindas y hacen un bondiola por la cual uno hubiera hecho algún que otro pacto con Mefisto.
Con Chiche, compartimos nuestra primera juventud. Conocí con él a los Olimareños, el tango y valor de cagarse a trompadas por un amigo. El me hace recordar en este sábado, que aprendió a través mío algunas frases sartreanas. Recordamos comiendo un vacío y un par de tintos, algunas cosas profundas de los que nos pasó en los siglos que no nos vimos. Nos cagamos de la risa de nuestros mutuos errores, y también pusimos otras caras por lo mismo; nuestros errores.
En ese momento de la tarde, me acuerdo de Paez y la sentencia que le hizo pensar al loco de la calesita después de haber cambiado la Fender por una Suzuki e irse a Brasil con plata de su abuela.  Misma secuencia a los momentos en lo veía todos los días. Flashes filosóficos hechos por, como el se define, un perro de la calle. En esa tarde calurosa de Alsina, ante la plaza recuerda una foto de su madre. Y con un poder de descripción que me posibilita verla, veo a un nena ante palmeras muy chicas.Con eso me cuenta una foto de su madre en la Valentín Alsina de los años cincuenta del siglo pasado. Hoy esas palmeras superan los quince metros y nos dicen sin ver almanaques que han pasado más de setenta años.
Con esa voz tan particular que lo posesiona ante lo que se que va a ser una gran lección de vida me dice "Negro, ya no vamos a plantar palmeras". Y eso me demuestra que el tiempo pasa, los afectos siguen pero el tiempo pasa.
El Filosofo de Avellaneda, tiene en mi vida una gran parte de mis afectos compartida. El filosofo es un gran tipo, aunque pertenece a otra tribu pasional. Siento que me largué a escribir gracias a él, pero jamás se lo admitiré. A el le debo la vuelta al mundo de los afectos profundos y tampoco se lo admitiré. Es un tano cabrón, peleado fuertemente con su hermana; la Gioconda. Disfrutamos llamarnos cada domingo de fútbol, para pelearnos e inconscientemente decirnos cuanto esta presente el otro en la vida de uno. Como los afectos son impredecibles, la Gioconda le regaló un librito por mail, de un gran artista al que la Gioconda gozó más que el filosofo. Pero como los tiempos cambian, y a todos nos cuesta decir al otro como lo queremos , fue la forma de demostrárselo. El Filosofo lleva en la mochila, de que alguno de sus mayores aún no se ha ido y eso cuesta tiempo, dolor y algunas cosas más. Disfrutamos cosas de pendejos, pero mayor son las que estamos disfrutando ahora.  Compartir las peleas de nuestras tribus pasionales, y sin renegar de lo irracional que son los afectos, aprendemos que en el juego hay algo más.
Castelli, es una cabeza brillante y afectuosa. Esta signado por lo númerico, un cumpleaños y una muerte le dió la inteligencia del consejo de jugarlo a la quiniela. Escribió esa madrugada una despedida con fragancias hogareñas, sabiendo que había una despedida más fuerte y a partes de su vida nunca le podrá seguir el rastro; de las que valen la pena ser leídas. A el le debo ser un autor publicado, y jamás dejaré de agradecérselo.
Hay muchos años transitados, más de desencuentros que de abrazos, por eso Chiche diría que la vida es una pasión inútil, el filosofo discutira porque facebook va a reunir lo que la vida separó y seguramente Castelli diría porque perdemos tiempo hablando de estas boludeces.
Posiblemente los cuatro tengamos visiones de Dios distintas. Y que algunos pensemos que no existe. Creo, como pensamiento colectivo que nadie me ha delegado, es que vivimos tiempos de descuento y que merecen ser vividos. 
El enero no es menos caluroso que el diciembre con los que se iniciaron estas lineas, los afectos a este blog le posiblitan crecer. La ausencia a través de los días pasan.
Castelli, el filosofo, el chiche (ahora me doy cuenta) armaron este blog.

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