miércoles, 25 de abril de 2018

MP3




¨Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo.
Por eso cada palabra dice y además más y otra cosa¨
ALEJANDRA PIZARNIK


La música siempre me ha acompañado, difícil es que pueda escindir de una canción los instantes vividos con mayor intensidad . Hay ciertas costumbres de las cuales es difícil desprenderse, allí estarán como banda de sonido de mi vida.


Buenos Aires gira a miles de revoluciones mayores a las habituales, en vísperas de este año nuevo.

Los aeropuertos, terminales y estaciones simulan albergar a una nación de nómadas, dispuesta a migrar hacia la República del Edén.
El planeta smartphone explota de mensajes, videos y flyers con deseos de buenos augurios. 

En este fin de semana largo, una tregua humanitaria parece decretarse, deteniendo hasta el año nuevo una nueva andanada de piedras, gases y balas de goma.

La web alberga a las guerrillas rebeldes que dan continuidad a las hostilidades. Internet aloja a las falanges más beligerantes.
El poder económico no sabe de feriados e instruye a sus empleados de turno a iniciar una nueva serie de ajustes, despidos y tarifazos.
Mientras tanto, la justicia comete sus últimos delitos del calendario a la espera del comienzo de la feria estival.
Los inicios de año, esas construcciones mentales a las que deseamos arribar cuanto antes, con el mágico anhelo de resetear nuestras vidas. Convertirnos en otros. Un día y una hora convertido en un talismán
En este diciembre incandescente, me he sumado a este rito.
Haciendo las veces de testigo de un tsunami y subido a la cumbre de una montaña, veo que las aguas se llevan todos esos recuerdos del calendario que hubieran merecido quedar resguardardados de los desastres climáticos.
Conflictos pendientes de resolución, nudos que hoy no puedo desatar. Flashbacks de rostros y melodías que vuelven de forma recurrente.
Deseo salir de la ciudad, con la esperanza que las tormentas se alejen.
Aunque partir haya sido una experiencia probada y fallida, apuesto a que esta vez ciertos fantasmas decidan abandonarme.Los he visto en Dublin, bares varios de Corrientes y Callao, vi sus siluetas en algún bar de Remedios de Escalada y divisé sus sombras tras los bancos del Hyde Park..

Convencido de la partida definitiva del sueño, me levanto y luego de una rápida ducha preparo mi mochila. Cuatro remeras, igual cantidad de pares de media y ropa interior, un buzo, una campera para llevar en la mano, dos libros, una libreta y dos biromes negras. Listo para partir hacia el aeropuerto, me preparo el ultimo café del año.
En este mediodia infernal me encuentre parando un taxi hacia el aeropuerto. El destino final, Ushuaia.
Me resultó tentadora la idea de partir hacia el fin del mundo; aunque en fechas como estas ni el fin del mundo sea un lugar poco concurrido.
En realidad, la máxima tentación era irme .
Irme, a modo de entretiempo futbolero. Rearmar la frágil defensa de neuronas, para no perder por goleada.

"...Después que el pensamiento te negó/ después que hizo silencio el corazón/ las brasas siguen rojas,/que inútil esta cosa de olvidar..."  Pedro Aznar, me susurra por los auriculares estas estrofas, mientras el avión ya se encuentra en pleno vuelo.

Irme, para ir borrando de mi memoria esas canciones que son indivisibles de algunos rostros y cuyo recuerdo hacen zozobrar el barco a punto de llevarlo contra las rocas y quedar encallado.

Borrar canciones, aunque uno sepa que la famosa frase de "Misión Imposible" sea irrealizable; ningún archivo,rostro o recuerdo se autodestruye en treinta segundos.
Luego de tres horas y media de vuelo, llega el anuncio del pronto arribo a Ushuaia. Aunque una mirada por la ventanilla me genere la duda si alguien puede encajar tamaño avión dentro de la isla y no terminar en el fondo del océano. Presintiendo que un ángel de la guarda ocupa la cabina junto a los tripulantes, el arribo se produce con total normalidad.

Ir ligero de equipaje, permite sortear la tensa espera de poder divisar tu valija atravesando una cortina de plástico. Sortear esa incertidumbre que en cada viaje me invade, sobre el destino de mi equipaje. Saber si vendrá conmigo o su ruta fue a miles de kilómetros de distancia de donde me encuentro.

"Al centro" es mi respuesta al taxista que interroga sobre mi destino en la isla. Intuyo que el conductor procesa y traduce mi respuesta como "no tengo la más puta idea"
Los taxis de aeropuertos o terminales de ómnibus siempre me hacen dudar sobre la decisión de sus conductores en un menú diverso de opciones, a saber a) Alcanzarte al destino solicitado b Recorrer lugares innecesarios para abultar el monto de la tarifa final c) Terminar siendo protagonista de la principal nota de policiales del día siguiente en el diario local.
En los veinte minutos que dura el viaje, me notifico del lugar de nacimiento del taxista, sitiio desde donde se vino a probar suerte en la isla.
Como contraprestación, le proporciono los datos de mi ocupación y cual es lugar preciso del "norte" de donde provengo.
El "norte"  es el término que los isleños denominan a ese territorio que los habitantes del continente denominamos Argentina.
"Barato, solamente el aire" con esa respuesta el taxista me da el certero panorama económico sobre las condiciones de mi estadía en la isla. Si las tarjetas de créditos no responden, la frugalidad extrema será la característica de esta visita.
Un vez descendido del taxi, ya cruzados los deseos de buenos augurios que la fecha obliga, en un par de cuadras encuentro un hotel de una estrella con habitación disponible.

Un recepcionista con cierto rictus de desconfianza me recibe. Deduzco que descartó someterme a cierto cuestionario de rigor porque su intuición le ha marcado que a cada una de sus preguntas recibirá una evasiva o una mentira como respuesta.
Presiente que nadie viene solo a la isla para visitar familiares en las fiestas y se aloja en un hotel. No encuentra razones para que cuestiones de trabajo, obliguen a un tipo a viajar hasta Ushuaia en vísperas del fin de año. Obtener la respuesta acerca del motivo de mi viaje, le demandará más tiempo. 
Ya alojado, y sientiendome por primera vez certeramente en Ushuaia, caigo en la cuenta que he pasado de un microondas de cemento a un freezer envuelto en montañas. La ciudad que dejé hace cuatro horas, se estaba derritiendo al momento de partir. En cambio, el lugar que me recibe se encuentra envuelto en un frío que obliga a campera y algo más.
Luego de una ducha caliente, me zambullo en la cama durante una incierta cantidad de horas. Duermo profundamente, solo la caída del celular de la mesa de luz interrumpe mi entrega a Morfeo. De tanto vibrar, el teléfono se fue corriendo de su original alojamiento. Aún en el piso sigue vibrando, como si padeciera de convulsiones febriles originadas en el brusco cambio de tiempo.
El sol de la tarde se resiste a esconderse detrás de la bahía. Siendo las veinte horas, todavía era de día. Aunque este no sea un dato relevante. En Ushuaia, en verano, casi siempre es de día.
El reloj y mi estomago, ajustaron mis coordenadas temporales. Hora de cenar.
El cansancio de la jornada y las escasas horas dormidas, no invitaban a descubrimientos gastronómicos. Solo algo para paliar el hambre. Una minuta común y silvestre cumple todos los objetivos.
Camino tres cuadras, y encuentro el restaurant recomendado por el recepcionista del hotel. Un local amplio, casi completo en su capacidad. Mesas numerosas, familias turistas y alguna despedida de fin de año rezagada pueblan el lugar. Una mesa individual contra un oscuro rincón, me exime de buscar otro lugar y es espacio suficiente para dar cuenta de una milanesa napolitana y garabatear mis primeros apuntes de viaje. Un café para dar final a la cena, y ganar la calle para prender un cigarrillo.



Descarto el camino de regreso más corto, voy en busca de la costa. Desde los auriculares, la voz de Luke Pritchard se interroga " Últimamente me he estado sintiendo/ como si las estrellas estuvieran saliendo para mí, /las estrellas estuvieran saliendo / Pero tal vez, me están guiando mal,/¿es solo una luz reflejándose en la calle?". El desconcierto de "Be who you are",  en esta noche austral también es la mía.
La música que escucho, no me está ayudando. Me hace retornar a la escena del crimen.
En una arbitraria comparación, confronto la música con el formato en que la escucho, MP3. Encuentro alguna similitud.
El MP3, almacena en poco espacio del disco mucha música, aunque con pérdida de la calidad del sonido,  eliminando las pequeñas porciones de cada canción que apenas son audibles para las personas. Esas pequeñas porciones que se encuentran al limite de la percepción.
Quizás todas estas canciones que llevo a cuestas, ya no tienen el registro de buenos momentos, han perdido el encanto de llevarme al recuerdo de momentos intensos, de miradas que extraño,de conversaciones mágicas. Han perdido la sensación de belleza, quizás porque han sido mutiladas de esos pequeños instante que te llevan al límite de la percepción.
Apoyado sobre las barandas de la Costanera, y prendiendo el último cigarrillo del atado, pienso en la conveniencia de ir borrando del disco esas canciones. Emprendo el regreso al hotel, pensando si esa música quedará en la isla o si formará parte del equipaje de mi vuelta a casa. Aún quedan  cuarenta y ochos horas del año viejo para decidirlo.




La mañana del penúltimo día del año comienza con la alarma del celular que olvidé anular y que a las seis en punto no le pareció importarle el cambio de escenario y de circunstancias. Espío la cantidad de mensajes sin leer, ciento veintinueve en cincuenta y cinco chats. 

Mientras desayuno, me siento tentado a proponerle a quien servía la primera colación un canje: las tostadas, la mermelada y la manteca por otra taza de café bien negro. Caigo en la cuenta que aunque el canje podría sonar disparatado, ese segundo café sin un cigarrillo perdería la mitad de la gracia. 

Decido emprender la marcha hacia el Museo Marítimo Naval,  
Dentro del mismo predio se encuentra el que fuera el Presidio de Reincidentes y que desde inicios del siglo veinte albergó a mas de seiscientos presos, los que definitiva fueron la mano de obra barata que construyera el trazado inicial del Ushuaia. 

Mateo Vans (alias el místico), Cayetano Santos Godino (alias “el petiso orejudo”), el anarquista Radowitsky fueron su moradores más conocidos en la primera mitad del siglo veinte, después vinieron todos los caídos en desgracia por derrotas políticas. Con los vaivenes criollos, quienes sufrieron cautiverio en este confín luego se volvieron en carceleros de los anteriores victimarios, uno de los tantos retratos del péndulo argentino que hace que quien disfruta de los placeres la popularidad, la gloria y el poder mañana esté en la cárcel o peregrinando por tribunales. Pese al paso del tiempo no hemos cambiado mucho de costumbres, aunque no nos parezca.
En estas tierras, descubiertas por Magallanes y que bautizó “Tierra de los fuegos” lo hizo acreedor a que su nombre designara el estrecho que une los dos océanos. Por aquí anduvieron dando vueltas Francis Drake, Thomas Cavendish y Oliver van Noort. En la Isla y por toda la Patria los primeros piratas tuvieron distintas nacionalidades; con el paso del tiempo los saqueadores tuvieron en su gran mayoría documento argentino. 
Regreso caminando, haciendo un par de paradas para detenerme a perder la mirada y pensamientos sobre el Canal del Beagle, mientras garabateo una lista de conductas a no repetir en el año próximo. Caigo en la cuenta que es lo que se vive y no lo que se escribe, lo que será objeto en algún momento de cierto ajuste de cuentas.
Llegando casi a las seis de la tarde, regreso al hotel. Reviso el celular que había dejado cargando en la habitación del hotel, los mensajes se siguen acumulando en cientos de chats. Solo verifico la contestación de cuatro o cinco que había enviado la noche anterior.

Saludos y deseos personalizados y redactados con sincero afecto. La mayoría contestados con igual o mayor cariño que los enviados, aquellos que pensé que no iban a ser respondidos para mi sorpresa, sí tuvieron respuestas. Los de inesperadas contestación, me dan gran parte de la respuesta de porque me encuentro en el precipicio del mapa y no en el manicomio porteño.


Vuelvo a mi comparación del MP3 con las relaciones cotidianas. Los buenos momentos, como si fueran vividos en formatos comprimidos,  van ocupando menor espacio pero de igual manera esa reducción física es proporcional a la pérdida de fidelidad. Renunciamos a la plena fidelidad del sonido, una renuncia que se ha generalizado a tal punto de preferir la distorsión a la melodía. 
Que porcentaje hay de construcción propia y cuanto de realidad tienen nuestras vidas? Quizás el dilema principal es si uno ha escuchado una versión fiel de las canciones, o estas se han ido distorsionando por decisión del emisor o la terquedad del oyente. 

Para dar fin a estas disquisiciones técnico- sentimentales, suena el teléfono. Un querido amigo me pregunta como estoy, y donde pasaré la noche de fin de año; se reserva como pregunta final en compañía de quien. Pero esta última pregunta queda anulada, ante su sorpresa o descreimiento acerca de mi ubicación en la tarde de esa sábado. Desconfiando de la seriedad de mi respuesta, inquiere por la temperatura del lugar. “Quince grados” aseguro, dos o tres frases de ocasión dan por finalizada la conversación, comprometiéndonos a conversar en la noche vieja. A lo dos minutos recibo una captura de pantalla que me informaban la real temperatura de la Isla, que en realidad tenía diez grados menos que mi respuesta. “Acá hay calefacción central”, fue mi respuesta dada solo por cortesía. Que alguien me creyera donde estaba, me importaba bastante poco.
Luego de un par de horas de una siesta, que como expresa el viejo dicho fue “pedida prestada a la muerte”, pregunto acerca de algún lugar donde se pueda comer pescado o mariscos a precios racionales. Sin bien, Rubén, el recepcionista del hotel me contesta con mayor diplomacia que el taxista que me trajo del aeropuerto; el subtitulado es similar: ¨Barato, solo el aire¨. Pese a ello, y otorgando casi a manera de disculpas un listado de circunstancias que obligan a tarifas abultadas de cualquier servicio; me sugiere un restaurante cercano al hotel. 



Demoro la partida en un charla propuesta por Rubén que aún no se encontraba satisfecho por las repuestas del día de mi llegada,  su curiosidad de las razones que me habían traido hasta la Isla por estas fechas aún no había sido satisfecha . Familia, política, origen y hasta fútbol fueron los temas que se iban desgranando con el pasar de los minutos. Consciente que no me iba a sacar una respuesta contundente acerca de los motivos, prefirió relajarse y utilizar el tiempo para que se le hiciera más corto el turno de trabajo. 

Llego al restaurante, ocupado en su casi totalidad por turistas. Seguramente mi paranoia, hace que me sienta observado por todos los parroquianos. Un comensal solitario, en un lugar ocupado por familias o grupo de mas de cuatro personas, desentona claramente. 

Sin perjuicio de ello, mis ganas de alimentarme pueden más que mis incomodidades y descartando la lectura del menú me entrego a las sugerencias del mozo. “Róbalo marinado con albahaca” fue la sugerencia, y también mi aceptación inmediata. Un plato sencillo pero debo reconocer delicioso; un café suplanta al postre y me permite agregar anotaciones a mi libreta. 

Deseaba ver el puerto de noche, allí donde se alojan transatlánticos desbordantes de turistas que hacen tabla rasa con cuanto se encuentre a mano para consumir, una vez que se le otorga la autorización para descender de esa ciudades flotantes. 
¨...Que es lo que me hiciste para ver en mí misma algo horrible,la voz que una vez fue estruendosa.. ahora es dócil y silenciosa,me tomó un buen tiempo recuperarla desde la primera vez que tú lo hiciste,me gasté todo lo que tenía para recuperarme, y esta vez creo que me ha superado.Mi paz y tranquilidad me fueron robadas,cuando yo observaba con apacible cariño. tú buscabas mis imperfecciones....¨  Todo eso y más canta en forma desgarrada Fiona Apple mientras el viento del canal de Beagle se empecina en volarme la brasa del cigarrillo. Emprendo el regreso al hotel, vislumbrando que el último día del año  traerá un techo de nubes para despedirse.
Vuelvo al hotel cuando la noche hace su corta aparición en Ushuaia , hojeo los folletos de turismo que acopié en en esta pocas horas. Solo para saber, lo que no voy a conocer.  el cañadón del Toro, el río Pipo, el parque nacional Tierra del Fuego. el lago Fagnano,  la localidad de Tolhuin,  todo eso quedará por conocer si alguna vez vuelvo por aquí. 





Confirmando mi presunción de la noche anterior, un cielo plomizo hace de techo en la isla. Después del desayuno, me dispongo a recorrer parte del circuito no turístico.
Ushuaia, al igual que el resto de la Argentina continental, tiene dos caras. La parte céntrica, establecida a modo de ciudad helvética, y la periferia donde se reproducen todas desigualdades económicas y sociales donde ondea la celeste y blanca.
En barrios como Escondido, Mirador Ushuaia, El Obrero y Altos del Kaupén, por citar solo algunos; desaparece la belleza del paisaje, la opulencia de la construcciones y todo rasgo de bonanza.Falta de servicios esenciales, viviendas precarias, y hacinamiento, calefacción con salamandras, estufas con garrafas y llamas de fuego de las cocinas a gas; conforman el lado b del paraíso turístico y los imponentes paisajes.


¨Ese lunes fue feriado/que me dejó tan tirado,/las pastillas o aquel estúpido amor. / Animales callejeros / que con magia me vendieron / en pequeñas cuotas un nido marrón./ Nos quedamos atascados / en un mundo equivocado / donde no existen las gracias ni el perdón.¨  La canción de Guasones, es el última tema  que escucho en el reproductor en este lunes del nuevo año antes de buscar un taxi que me lleve al aeropuerto para emprender al regreso.

Antes de abandonar el hotel, dejo bajo la cama de la habitación el reproductor de MP3. 
Vencida la tentación de arrojarlo al mar, prefiero que esas canciones sean descubiertas por otra persona y que generen nuevas sensaciones, nuevas historias, otros instantes.

 Ya ha comenzado el nuevo año, ficticiamente intento dejar las postales del año viejo en un lugar distante al que vivo. Los pronósticos de esa decisión, son las últimas anotaciones en la libreta. LLegará el día, de releerlas, y ver si los resultados terminaron ajustándose a mis deseos.

miércoles, 11 de abril de 2018

Vamos a volver

"...Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos
cuando no conseguimos la palabra justa..." 

Abrazo - Ruben Darío




Cuando los infinitesimales chats de Whattsapp se hayan evaporado de todos los servidores y con ellos los miles de emoticones que pretenden simular una cierta muestra de afecto.
Cuando todas las redes solo sirvan para quedar atrapados en palabras y fotos tan distantes y tan frías de las cuales difícilmente recordemos los motivos que las originaron.
Cuando todo lo volcado en Tinder y sus sucedáneos evidencien lo que en definitiva son, formas más o menos imaginativas de simular conectarnos con alguien.
Cuando el sentido de las palabras volcadas en una charla telefónica sea tan evanescentes y de las cuales ya no queden ni registro.
En el momento en que puedan percibir que ni todo lo mejor ni lo peor le pasa siempre a uno de Ustedes.
En en ese preciso y mágico instante en que las palabras lo complica todo, no dicen nada y asimismo los defiende de expresar sinceramente un sentimiento, en ese momento volveremos.
Cuando vuelvan a creer que lo mejor de todo lo que los anima solo sale a la luz en el encuentro con el otro, solo allí volveremos.
Sabemos que han abandonado la practica, que tienen los músculos duros y los brazos tiesos. Que no somos políticamente correctos, que los expone y los exhibe en el más realistas de los desnudos.
Cuando caigan en la cuenta que no hay algoritmo alguno que los exima de equivocarse sobre el destinatario,y carentes de cálculos de probabilidades aún sientan que vale la pena intentarlo, nos verán con mas asiduidad.
Cuando abandonen esa fascinación por asegurar el éxito de las historias, nos tendrán como el recuerdo de la máxima victoria; aunque la misma dure lo que solemos durar. Un instante.
Un instante sí. Fugaz y etéreo. Pero eterno e incandescente como el mismo infierno.
Revelados todos los trucos del marketing y de la magia, allí estaremos esperándolos. Para que recuperen la candidez y la inocencia, para volver a creer que es posible muchas más cosas de las que ustedes creen. Esas cosas que no producen intereses, ni pagan alquileres, ni permiten vacaciones. La inmaterialidad al palo, el rubor sin vergüenzas, los gemidos sin dolor y los gritos sin ira.
Nosotros abrimos las puertas a las caricias, la desnudez de las miradas y los extensos recorridos de los cuerpos. Por eso también sabemos que volveremos.