miércoles, 27 de noviembre de 2013

Darse el gusto




Martes por la noche. La lluvia sorprende a Buenos Aires por la noche. Imposible encender la televisión, la radio u hojear los diarios de hoy. La banalidad inunda los medios, y escuchar algo con algún grado de coherencia se vuelve misión imposible. Alejados de las vanguardias artisticas, nos refugiamos en dos españoles conocidos para que por un momento, las palabras adquieran, algún sentido.



IMITACION

Huye del triste, amor, amor pacato.
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemo del fuego de la vida
de una brasa prensada, y no encendida,
quiere ceniza que el guarde el fuego.

y ceniza hallará, no de su llama
cuando descubra el torpe desvarío
que pendía, sin flor, fruto en la rama

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

                             Antonio Machado






YO NO QUIERO MÁS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MÍO



Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.


                                          Miguel Hernandez

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