Fue mi primera adquisición musical. Corría el año setenta y nueve y en la disquerías los discos se alojaban en bateas. Aprendí en esos años a demorarme quince minutos diariamente para ver , como si fuera la primera vez, aquellas tapas.Había adquirido una rara habilidad para pasar uno por uno aquellos longs play con dos dedos, habilidad que hoy queda para pegarle una orejeada a los naipes del truco. En aquel local de la Avda. Mitre, cerca de la parada del colectivo, tomaron cuerpo e imagen cantantes y bandas que conocía de haber leído sus nombres en la revista Pelo. En pleno furor de la música disco, que hasta el hartazgo repetían las radios A.M. ( la F.M. tomaría desarrollo tiempo después), la tapas tenían infinidad de músicos negros con peinados afros y vestidos de satén. El sector donde residían los discos de rock nacional, tenía la rara denominación de Musica Progresiva Nacional y era extremadamente anemica en cantidad de obras. En plena fiebre de Travoltas, Donna Summer, Anita Word, Kool & The Gang, K.C. and the Sunshine Band, Leo Sawyer; una banda que arrancó con los Beatles cumplía veinticincos años de existencia y editaba en el setenta ocho un nuevo disco. Eran en aquellos años, la bestia negra de la familia sesentista.
Hasta ese momento para mí , los Rolling Stones, eran referencia y reverencia más por mito que por conocidos. Su música no era difundida por ningún medio masivo, y si no tenías una posición económica holgada o un hermano mayor que hubiera abrevado en esas aguas las posibilidades de conocer su música era tendiente a cero. Las leyes de mercado siempre pesan, y su última obra recaló apenas un años después, en el sector de ofertas. Y una vez allí, era todo un desafío gastar esos cuatro pesos (de una denominación que ya no recuerdo) en ese disco. Era a suerte o cruz, música que te gustara o un fiasco del que no te podías reponer, hasta la próxima oportunidad de juntar la guita para discos. Ese disco, "Some Girls", tenía un tema que había sido un terrible hit en los bailes de no hace mucho tiempo atrás; "Miss You". Y desde ese tema, tomé coraje para comprarlo. El diseño de aquella tapa, que hoy se podría denominar como vintage y que en aquellos días se denominaba como vieja o antigua, me sorprendió por la mezcla en esos rostros recortados y pegados como figuritas de algunos de los viejos mitos sexuales de la epoca ( Marylin, Farrah Fawcett, Raquel Welch, Briggitte Bardot, Jackie Onassis) y la caras de los Stones con suficiente rouge en los labios para conformar un collagge kitsch.
Por aquellos años la escucha de discos, tenía la rigidez propia del soporte. El vinilo no permitía alterar permanentemente el orden en que las canciones venían ordenadas. Nadie que estuviera tirado en la cama o sentado sobre algún sillón; se hubiera parado cada cuatro o cinco minutos para levantar el brazo de la púa y decidir el próximo tema a escuchar. Sobre todo si se tiene en cuenta, que la mitad del disco estaba del otro lado y al riesgo que la púa se nos escapara de nuestro dominio, había que agregarle el trabajo de tomar el vinilio por su bordes para encarar su rotación en la bandeja.
Dado que el producto de la época obligaba , la recorrida por un disco era integral y completa. Se escuchaba los mejores temas y también aquellos que no gustaban.
Así pasaron en orden establecido en el lado A, Miss You, When the Whip Comes Down, Just My Imagination, Some Girls y Lies.
El lado B venía con Far away eyes, Respectable, Before they make me run, Beast of Burden y Shattered.
En estos días, en que ese discos se reedita, remasterizado y con otro C.D. adicional con bonus tracks, vuelvo a escuchar el disco. Leyendo algunas reseñas de la crítica especializada, descubro que algunos lo consideran uno los mejores de los Stones y la obra que marcó su resurgimiento sobre fines de los setenta.
Para mí, libre de toda obligación crítica, será siempre EL disco de los Stones.
Dificil de igualar los riffs y los caños de "Miss You". "Beast of Burden" será siempre uno mis preferidos, el viejo Richards hace algunas sencillas delicias con su punteos de Fender. La polenta de "Before they Make me run" puede revitalizar un día que se presagia como agotador.
La reedición con cuenta con adicionales como "Claudine", o "Petrol Blues" o "No Spare Parts"; que refuerzan la grandeza del disco original.
Una obra que resistió el tiempo y las modas de manera irreprochable. Nutrido del punk que se gestaba en esos días, y con influencia del funk que poblaba los charts de la época; Some Girls lo sobrevivió a ambos.
Música que me nutrió de joven y que hoy reencuentro con el mismo placer de aquellos días.
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