La cuarta internacional del corazón

"...como tú, sintiendo la sangre arder
me abracé sabiendo que iba a perder...
Siempre encuentras algún listo
que sabe lo que hay que hacer
que aprendió todo en los libros
que nunca saltó sin red."
Yo también nací en el 53 (Ana Belén)

Chocamos las manos ante la coincidencia de pensar ambos, la misma tonta broma. Reímos como enajenados, celebrando encontrarnos en la misma sintonía de pensamientos desatinados. 
Las carcajadas no encajaban en la escenografía de ese bar de Avenida de Mayo, donde García Lorca solía pasar horas de su estadía en Buenos Aires. A esas horas de la mañana, desentonábamos del resto de los parroquianos tan absortos ante las pantallas de sus notebooks o smartphones.  r
A manera de escueto menú, nuestras charlas cuentan con pocos platos a saborear. Música, libros, fútbol y mujeres conforman la carta del día. En un silencioso e implícito pacto hemos desterrado la politica de la lista, nos hemos indigestado lo suficiente para probar de ese plato amargo.
A modo de marxistas irreconciliables, siento que las vivencias de mi compañero transitan por una etapa de furibundo troskismo.
Exultante por su estado de revolución permanente afectiva, se encuentra propenso a propulsar la rotación de quienes puedan  sentimentalmente estar a su lado, resaltando el real ejercicio de la democracia para decidir con quien compartir sus días y la cama. Milita con las banderas del internacionalismo romántico como estandarte.
Desde la vereda opuesta, mi estalinismo afectivo buscar aferrarse al desarrollo del socialismo con una sola persona, bajo la tranquilidad burocrática del centralismo pasional. Con la suficiente cantidad de bombardeos sobre el lomo, defiendo la tranquilidad a cualquier precio, exiliando al gulag de la indiferencia a quien pretenda sabotear  esta calma. A modo de paradójica autodefensa, cierto es decir que he llegado a apreciar el culto a la personalidad, luego de sufrir como expresa Calamaro, varios Vietnam...hechos de saliva y sangre.
Habiendo compartido la toma del Palacio de Invierno, donde hemos vivido la lisergica inestabilidad de las amenazas de ser expulsados de allí en varios momentos; a pesar de todas las diferencias nos seguirá uniendo esa pasión por esa bandera roja que provoca que la vida merezca ser vivida.

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