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Mostrando entradas de agosto, 2014

Con la mecha corta

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Insultando. Siendo insultados. Juzgando sin conmiseración. Sufriendo condenas inapelables por improvisados jueces morales. Exigiendo a otros, una comprensión sin cuestionamientos. Intimados a redimirnos, adoptando actitudes que uno siente ajenas. El paso de los años nos ha vuelto menos impermeables a todo aquello a lo que no hemos adherido en forma incuestionable. La intolerancia empieza a dominar nuestros sentimientos, nuestras ideas, nuestros posiciones políticas, nuestras pasiones deportivas. A medida que el traje de la soberbia, nos va quedando más entallado; nos vestimos con un chaleco que nos impide salir de nuestras de nuestras ideas para ir en busca de otras. Creyendo saber todo, empezamos a invalidar la existencia de la diferencia. Y nuestro poder de negación de lo distinto, muchas veces lo ejercemos en defensa de determinada diversidad. Empezamos a sentirnos insatisfechos cuando solo vemos convalidados un alto porcentaje de nuestros sentimientos o pensamientos;